El señor alcalde y El Asturcón
Señor alcalde: Permítame expresarle la admiración que siento por Ud. Cada vez que voy a Oviedo, que es prácticamente todos los días, no dejo de envidiar, sanamente, la ciudad que ostenta nuestra capitalidad. Es un orgullo, como asturiano, oír las opiniones de cuantos nos visitan, incluso de fuera de nuestra nación, valorando la limpieza, la oferta cultural y la bondad de las gentes de Oviedo. Es una ciudad para vivir, pero para vivir en mayúsculas. Cuando paseo por Oviedo, sin querer, me vienen a la mente escenas de «La Regenta», me imagino a los ovetenses con sus caballos por la que ahora es la calle Uría. Qué bonito sería estar, aunque sólo fuera por unas horas en ese tiempo... Pero vayamos al presente.
Sé que usted es un gran amante de los animales, perros, caballos... y que además ha sido el promotor, el responsable, de que un centro como El Asturcón, se construyera en Asturias, para disfrute e iniciación a la hípica de todos cuantos, en algún momento de nuestras vidas, quisimos practicar un deporte que por tradición siempre estuvo ligado a las personas con alto poder adquisitivo. Hoy son muchos los que tienen acceso al deporte ecuestre, sin estar en posesión de grandes fortunas. Sencillos trabajadores, podemos montar a caballo y disfrutar de la comunicación que entre persona y bestia se establece. Comunicación mágica que disipa cualquier atisbo de estrés, presión, al que a veces nos vemos sometidos por la voracidad de la vida. Sin embargo, como usuario de las instalaciones del centro ecuestre, no dejo de observar cómo éstas, día a día, se van deteriorando sin que nadie haga nada por subsanar los desperfectos que por el uso, o por vandalismo, se van produciendo. Lo que sería otro motivo de orgullo para Asturias se está convirtiendo en un despropósito, que puede llegar a sonrojarnos. Como despropósito ha sido lo ocurrido recientemente. Con motivo de un campeonato de salto, todos cuantos utilizamos las instalaciones del centro ecuestre, ya sea como propietarios de caballos allí estabulados o como usuarios de las instalaciones, nos hemos visto, literalmente, arrollados por coches de particulares que con total impunidad y falta de respeto hacia las personas invadieron las instalaciones, llegando a aparcar los vehículos incluso delante de los boxes de algunos caballos. Entre ellos el mío, impidiéndonos utilizar nuestras monturas por no poder sacarlas del box. Todo esto sin la presencia de responsable alguno para poder dirigirnos para subsanar la situación. He visto, atónito, cómo un coche de alta gama se metía por los jardines con total impunidad, sin que nadie hiciese nada, simplemente porque allí no había nadie que representase autoridad alguna. ¿Se imaginan ustedes un campo de fútbol, una cancha de baloncesto, una piscina... sin responsable alguno y con el acceso libre para todo el mundo? No, ¿verdad?, ¿qué ocurriría? Nos lo imaginamos. Pues esta es la situación del Centro Ecuestre El Asturcón, hace unos años admiración de cuantos lo visitaban y hoy vergüenza para nuestro pesar.
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