¿Desarrollará Norman Foster el proyecto de la Isla de la Innovación en Avilés?
En julio de 2010 se anunció la adjudicación del concurso de redacción del Plan Especial de la Isla de la Innovación en la ría de Avilés. El equipo estaba integrado por el prestigioso arquitecto británico sir Norman Foster. El proyecto pretendía transformar Avilés y vincular el Niemeyer con la prodigiosa obra del esposo de la doctora Ochoa, lady Foster.
Los políticos socialistas anunciaron, a bombo y platillo, que se había concedido la adjudicación a la oferta técnicamente mejor y más barata, con un coste de 581.000 euros, sin IVA. Además, al adjudicarse la redacción del Plan Especial de la Isla de la Innovación, presuntamente se rumoreó que se entregarían 700.000 euros por parte de la sociedad, integrada por representantes del Principado, Ayuntamiento de Avilés, Infoinvest y la Autoridad Portuaria, con Santiago Caicoya como gerente, o, al menos, dicha información se publicó en la prensa local antes de la adjudicación.
El proyecto de la Isla de la Innovación se desarrollaría sobre una superficie total de 572.000 metros cuadrados, divididos en tres espacios: la Isla de la Innovación, que ocuparía los espacios degradados del desarrollo industrial del pasado siglo; el puerto y la ría; así como la Puerta de Avilés, el nuevo espacio de entrada a la ciudad.
Desde aquellos anuncios han pasado trece años, distintos altos cargos socialistas han presidido el supuesto desarrollo del proyecto de la Isla de la Innovación avilesina; no obstante, es hora de rendir cuentas. ¿En qué se han invertido dichos fondos?, ¿se trata de simple humo electoralista o existen objetivos alcanzados que se puedan mostrar a los ciudadanos?
Entretanto, coincidiendo con el Salón Gourmets, nos encontramos con Norman Foster en Madrid en el hotel Ritz con motivo de un proyecto bodeguero que comenzó en 2018 y que concluirá en el verano del 2024. Le regalé una revista con la portada del Niemeyer, y le pregunté: Sir, do you recognize this building? (¿Señor, reconoce este edificio?).
Una expresión vale más que mil palabras. Descubrí en el rostro de Foster una mirada de asombro y preocupación.
Balbuceó: “Me encanta el Niemeyer”, e interpreté que el desarrollo de la Isla de la Innovación estaba estancado por falta de financiación. Así las cosas, mucho ruido y pocas nueces. “Las palabras emocionan, el ejemplo arrasa”, predica un dicho chino. Deberíamos añadir que la tradición no se hereda, se conquista.
Durante el cóctel en el Ritz charlamos con la presidenta del proyecto bodeguero que Foster está desarrollando, Carmen Martínez Zabala, perteneciente a la cuarta generación de la saga. Al comentarle, el vino que nace en mi novela “El testamento del Gallo” con un aristocrático nombre de mujer, nos descubrió que su familia embotella Condesa de Leganza, investigaremos su historia y seguiremos indagando sobre el futuro de la Isla de la Innovación.
Hace quince años se anunciaba como un espacio donde convivirían la cultura y las nuevas tecnologías. El entorno contemplaría un parque empresarial y a lo largo de la ría se dispondrían los denominados “Cubos de la Innovación”, pequeños edificios de diseño ecotecnológico, con pantallas interactivas, que serían soporte de proyecciones de arte electrónico, información y presentación de programas. El proyecto pretendía, asimismo, la construcción de una nueva estación de trenes y autobuses, sin olvidar la superación de la barrera ferroviaria de la ría de Avilés. Veremos.
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