Las alucinaciones de la sinrazón
Leyendo el otro día la prensa, me topé con una fotografía de la puerta del lavabo de un instituto. El pie de foto informaba que era un lavabo para personas menstruantes. La mencionada puerta estaba adornada con iconos de todo lo relacionado con la higiene intima femenina, mostrados de la forma más grosera. Continuaba el pie de página informando que, en el mencionado instituto, también se habían instalado lavabos mixtos para la inclusión de alumnos trans, todo un avance oiga. Se me ocurre que, a partir de ahora, se van a acabar las colas en los lavabos femeninos en las estaciones de servicios, restaurantes, etcétera, porque podremos usarlos todos de manera indiscriminada con el consiguiente aumento de productividad de las instalaciones, además de convertirse en otro lugar más donde poder socializar si a uno, una o une le apetece, ¿por qué vamos a limitarnos solo a las aceras, los bares o las colas de la plaza? Eso sí, siempre habrá que preguntar de la manera más educada si la cola es para hacer uso de servicios normales o para servicios reglados, que me parece más fino que referirse a servicios para personas menstruantes. Vocabulario, que figura en la recién aprobada ley Trans, al que nos quieren habituar y en el que se incluye entre otros palabros lo de persona gestante, persona procreante, lo que nos va a obligar a tener mucha paciencia y mucho aguante.
Y, como esto de lo trans está tan en el candelero, decidí hacer una incursión en el asunto, por tratar de conocer más en detalle este nuevo invento sociológico y también por prever a qué se van a tener que enfrentar mis nietos en el futuro. Empecé por consultar qué otro significado tiene trans, porque recordaba de mis estudios de química, que el nombre de algún compuesto orgánico isómero, lo llevaba adjunto. Como me daba pereza comenzar por leer textos legales, decidí recurrir a internet, para comenzar a hacerme una primera idea. Encontré la siguiente descripción:
La palabra transgénero o trans es un término general para aquellas personas cuya identidad y expresión de género se diferencia de las que están típicamente asociadas con el sexo que les fue asignado que al nacer. Al leerlo me chocó lo de "identidad y expresión de género" y de "sexo asignado al nacer". Decidí seguir averiguando lo de la identidad y expresión de género, porque eso de sexo asignado me sonaba como si fuese el capricho o humor de la comadrona, cuando los atributos del sexo del neonato están a la vista, tan claros como lo de si es blanco y en botella es leche. De nuevo internet me respondió que, expresión de género es la manera en la que una persona muestra y expresa hacia el mundo exterior su identidad de género, por ejemplo: el hecho de sentirse mujer, hombre, andrógino. ¡Uy madre!, esto me parece que empieza a complicarse.
Decidí serenarme y continuar las indagaciones, dentro de lo posible, con la cabeza fría, procurando mantener la lógica, dentro de lo ilógico que me parecía tomaba el asunto. Se supone, que ya es suponer, que solo hasta el día de hoy se han definido treinta y dos o treinta tres géneros distintos entre los seres humanos con sus expresiones correspondientes; lo que nos deparará el día de mañana, vaya Vd. a saber, con lo que dicen que avanzan las ciencias. Géneros que para designarlos o distinguirlos poseen nombres específicos obtenidos de las combinaciones que se pueden formar con los vocablos: andro, alo-, ase-, bi-, cis-, demi-, gino-, hetero-, homo-, trans-, pan-, a los que se le añade el genérico sexual. Veamos este pequeño florilegio: una persona androsexual o bisexual es aquella que siente una atracción sexual hacia las personas que se definen a sí mismas como cualquier variación de género neutral o no genérico, una persona alosexual o pansexual es alguien que experimenta atracción sexual hacia otras personas, independientemente de si es heterosexual, homosexual, bisexual. Se dice que es una persona cisexual aquella cuya identidad sexual coincide con la asignada al nacer y persona demisexual aquella que únicamente siente atracción sexual hacia alguien con quien se ha establecido previamente un vínculo afectivo. También hay personas ginosexuales, que sienten atracción sexual hacia las mujeres y/o rasgos femeninos; otras son heterosexuales porque se sienten atraídas por personas de un género diferente. Lo cual resulta muy esclarecedor como cualquiera se puede imaginar.
A medida que fui indagando más, me ocurrió lo mismo que a aquellas personas con rasgos hipocondriacos que al leer los síntomas de una enfermedad, se empiezan a imaginar que la padecen. Me empezaron a surgir dudas y preguntas, por no saber que además de tener sexo e inteligencia -se supone- también tengo género, aunque no tenga ni provenga de familias con antecedentes textiles, aparte de las abuelas que hacían calceta.
Lleno de desasosiego y con una inquietud crecientes, pensaba cómo podía ser que, a estas alturas de la vida, no supiese a qué género pertenece uno. Y claro, me empezaron a zumbar los "isis" por la cabeza: y si esto, o si lo otro. Y si aquella vez que me dio por disfrazarme de gaitero escocés, en lugar de soplagaitas asturiano, no sería un aviso de mi inconsciente subconsciente que se insinuaba de manera sutil, para decirme que mi género no era tal género, sino cual otro. Y si resulta que he sido infeliz sin saberlo, cuando expresándome como lagarterana, en vez de expresarme como conductor de autobús, lo hubiese logrado. Y si resulta que la principal causa de las desdichas del ser humano proviene fundamentalmente de su propio desconocimiento del género al que pertenece en lugar de las desigualdades económicas y otras injusticias sociales como nos ha hecho creer la dialéctica marxista.
Hasta llegué a tener por las noches pesadillas recurrentes en las que aparecía un señor muy serio en un aula de clase, sentado en la mesa, que me preguntaba amenazador: expresa tu género, expresa tu género, ya. Dime si eres cisexual, transexual o drag queen. Yo quería responder que me gustaban las chicas, pero no me salía la voz y me despertaba angustiado.
Para tratar de quitarme la ansiedad que me embargaba, primero por identificar cuál era mi verdadera expresión y segundo, por los esfuerzos que debería de hacer para adquirirla de manera adecuada, tal como hice y sigo haciendo para mejorar mis expresiones en inglés o francés, se me ocurrió que, así como hay tests para todo, desde conocer tu supuesto índice de inteligencia, aclararte si eres vegano de verdad o asesino potencial, si también los hubiera para discernir el género. Efectivamente, encontré varios de ellos, que hacían preguntas muy inteligentes del tipo: qué prefieres: salado o dulce; en qué gastan más: en ropa o en comida; con qué disfrutas más: con una sinfonía de Mozart o con el silbo canario, o si de pequeño te gustaba jugar con el balón o al corro de la patata, etcétera. Con la cabeza caliente y el corazón alborotado respondí como mejor supe y el resultado fue que por casualidad en mi caso -al parecer bastante raro- mi sexo y género coinciden. Cosa que me alegró un montón.
Creo que todo este maremágnum del género con sus leyes incluidas nos va a traer a todos más problemas, quebraderos de cabeza y desequilibrios presupuestarios en la Seguridad Social que posibles soluciones para unos pocos.
Menos mal que ha vuelto la primavera y todo florece a pesar del Gobierno.
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