Pedir y llorar igualdad es sentirse inferior
¿Las mujeres que se prestan a ese juego del Ministerio de Igualdad de pedir mismos derechos e igualdad no sienten que les falta dignidad y verdad, y en sí misma esa formalidad ya implica complejo de inferioridad? No se pide lo que se tiene.
Una sola pregunta:
¿Díganme un solo derecho que tengan los hombres y se les niegue a las mujeres por el mero hecho de serlo?
Se repite otro mantra, que ganan menos que los hombres; otra pregunta: díganme una sola empresa que pague menos a las mujeres que a los hombres por realizar el mismo trabajo, ¡ojo!, y el mismo rendimiento. De existir, deben denunciarlo, sería delito.
Otra cosa sería analizar los diferentes desempeños de cada cual y su justa valoración retributiva, pero eso nada tiene que ver con meter a los hombres en una constante comparativa con las mujeres. Cada cual responde con su inteligencia, saber, preparación, condición, personalidad, riesgo, capacidad... Para alcanzar retos y cargos de responsabilidad, que, como no podría ser de otro modo, están mejor remunerados, sin que responda a discriminación por razón de sexo o género; más bien lo justo, por seso.
Por tanto, la única reivindicación seria sería la de disponer de las mismas posibilidades a la hora de estudiar y prepararse, que nadie les niegue la opción de dedicarse a aquello para lo que creen estar en condiciones de responder sin que el sexo sea considerado obstáculo o impedimento.
La igualdad jamás se pide ni llora, se exige cuando se demuestra.
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