De la barbarie a la esperanza
Una de cada dos personas defensoras de los derechos humanos asesinadas en el mundo en 2022 eran colombianas. Sus cifras cuadruplican las agresiones registradas en Ucrania que sumaron cincuenta casos.
El poder de las grandes corporaciones se beneficia de estas muertes. Son las multinacionales mineras, energéticas, alimentarias, armamentísticas y del narcotráfico.
El último informe de Front Line Defenders precisa que en 2022 fueron asesinadas 401 personas defensoras de los derechos humanos en 26 países, muchas de ellas involucradas en la defensa de la tierra y del medio ambiente, siendo Latinoamérica la región con el mayor número de ataques.
La lista del horror la encabeza Colombia con 189 asesinatos, seguida de lejos por México (45), Brasil (26) y Honduras (17).
De las 189 personas asesinadas en Colombia, 88 eran líderes ambientales, personas a las que les quitaron la vida por defender la tierra, la naturaleza, la diversidad humana y cultural. De ello da fe la Delegación Asturiana de derechos humanos y paz que regresó a finales de febrero de los territorios colombianos en guerra.
Eran personas humildes, valientes. Luchaban contra el cambio climático. Las mataron con impunidad. Y siguen cayendo.
Este año, en vísperas del primero de mayo, van 55 personas con liderazgo social asesinadas y ocho firmantes de la paz. Más de 60 asesinadas en menos de cuatro meses por desarrollar una labor legítima, necesaria, en los sectores campesino, indígena, ambiental, comunal y sindical.
El Programa Asturiano de Atención a Víctimas de la Violencia en Colombia que lleva Soldepaz Pachakuti -con el apoyo de catorce organizaciones asturianas y el de varias instituciones- se prepara para recibir a seis personas perseguidas a muerte por defender los derechos humanos y los derechos de la madre tierra.
Que este primero de mayo los sindicatos, las instituciones y las organizaciones sociales asturianas reciban nuestra gratitud pública y renovada por más de dos décadas de solidaridad con la dirigencia social colombiana, y que difundan el llamado urgente contra las guerras y contra la barbarie, pues debiéramos aplicar el enorme potencial humano a detener la destrucción masiva y el cambio climático.
Al borde del abismo como especie debiéramos sacar lo mejor del "homo sapiens", actuar ya, no quedarnos paralizados por la comodidad, el miedo o el desánimo.
En Colombia y en muchos lugares del mundo, incluida la Asturias solidaria, seguimos luchando. Mientras haya vida, hay esperanza, pero el tiempo se agota.
Javier Orozco Peñaranda. Colectivo de Colombianos-as Refugiados en Asturias.
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