No hay por qué ponerle siempre buena cara al mal tiempo
No se trata de reírse de las penas ni de llorar por las alegrías, pero hay que intentar llevar los contratiempos con el mejor humor posible, sin mirarnos obsesivamente el ombligo porque con ello lo único que se consigue es aumentar el dolor y sentirnos más afligidos.
Tampoco es cuestión de verlo todo de color de rosas cuando predominan los grises o los negros, ni atormentarnos con nuestras desgracias sino más bien considerarlas como parte de un juego en el que no siempre se gana, porque siempre será mejor jugar e intentar hacerlo lo mejor posible que tirar la toalla.
Hay que ser positivo y procurar ver el lado positivo de la vida, pero de ahí a ponerle siempre buen cara al mal tiempo, como que no, que muchas veces no tiene uno ni el cuerpo ni el espíritu para bromas.
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