Imagina, piensa, actúa
Son singularidades características de las personas y la sociedad. ¿Lo serán también para una inteligencia artificial?
En 1979, en Barcelona, una profesora tras explicar los conceptos de sensación y percepción, nos dijo que la persona española que había llegado más alto en Japón en asuntos de robótica, era una psicóloga. No me sorprendió, pues ya sabía entonces que los actuadores al activar los sensores enviaban información al sistema de control; el cual al analizarla, daba la orden programada para tal situación al mando de los actuadores para que diesen respuesta al estímulo de los sensores haciendo a continuación aquello que correspondía; confirmando así la percepción. Poco ha cambiado desde entonces la secuencia estímulo-respuesta para un robot o una persona; aunque sensores junto a micro-mecanismos han logrado que un robot pueda coger un bolígrafo y escribir al dictado de una IA. Tal control de manos por parte de un robot conectado a una IA, junto con la capacidad de escuchar por un micrófono y de hablar por un altavoz, hace posible que ese robot, como cualquier otro alumno, pueda presentarse a la EBAU y sacar la mejor nota. En realidad, solo recombinan datos mediante algoritmos en busca del resultado que se les ha encomendado encontrar. Parecerá que ese robot junto a la IA piensa, pero la pregunta es: ¿si se utilizase un ordenador cuántico parecería que imaginan?
Si piensan en la sociedad como si fuese un actuador provisto de los múltiples sensores que son las personas y sus datos; la IA podría percibir la respuesta a los estímulos de información que se darían a la gente, y comparando las reacciones lograr una respuesta. Para ello se ha ido organizando a la sociedad en grupos identitarios más fáciles de hacer reaccionar y de crear. La IA no tiene imaginación, sin embargo quienes la poseen sí: imaginan y necesitan el control para hacer dinero, y el dinero para dominar y tener el control y, así, poder competir sin ser eliminados.
La libertad individual es ya la más testada para esa pretendida respuesta de la sociedad. El control se basará en la información que se recibe de cada persona por medio de cookies, móviles y otras zarandajas. Luego se construirán grupos identitarios y, a cada uno de sus miembros, se les bombardeará con historias creíbles, o con los tonos más adecuados para un mismo hecho verificable. Los poseedores de las IA compiten entre sí para hacer dinero y dominar o ser absorbidos; van mejorando así su eficacia con cada evolución de las IA. Acumulan dinero para no perder poder y sobrevivir, no buscan el bienestar de la gente. Mientras tanto, la democracia formal, sin auténtica libertad individual en la gente, ya no es capaz de actuar en consecuencia, y la soberanía ya se sitúa en el juego entre poseedores de IA.
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