De la efímera belleza
Recordando el artículo sobre las pócimas, productos que, en forma de cremas, pomadas, serums, grageas o infusiones, nos prometen que curan, sanan y colman nuestros sueños de salud, belleza y permanente juventud, no podemos olvidarnos de los tratamientos estéticos y los ejercicios físicos para completar el amplio abanico de productos orientados a realizar nuestras ensoñaciones.
De los tratamientos estéticos, porque el asunto de los ejercicios físicos quedará para otro momento, no creo que sea necesario mencionar que su práctica ya era muy conocida y aplicada desde los tiempos más remotos, desde los usados como remedios para la cura de todo tipo de heridas, hasta los efectuados con motivos más dudosos como los de untar de grasa los cuerpos de los sacrificados (antes de cocerlos o asarlos) destinados a servir de pitanza, para saciar el hambre o por glotonería. Ni tampoco recordar cómo las culturas del Fértil Creciente hasta el Lejano Oriente desarrollaron los primeros tratamientos de belleza, mientras que en Europa no pasábamos de masajearnos a base de zurriagazos con ramas de abedul o avellano. Tratamientos que se fueron desarrollando y extendiendo por todo el mundo con el paso del tiempo con la ayuda del comercio y los viajes.
De manera que, actualmente, las técnicas estéticas se han sofisticado mucho, como casi todo en nuestros días, con una gran proliferación de variantes, de las que pueden mencionarse algunas por lo imaginativas y sorprendentes, que de alguna manera ofuscan a los potenciales clientes ayudándoles fundamentalmente a aligerarles la cuenta corriente. Por ejemplo: la radiofrecuencia, un masaje que se realiza con ondas electromagnéticas de alta frecuencia para tratar la celulitis y la flaccidez del cuerpo, al provocar que se calienten las capas superficiales de la piel. Sin embargo, conviene tener en cuenta que puede presentar dos pequeños inconvenientes no desdeñables: uno, el de convertir en churrasco alguna parte de nuestra anatomía, o también transformarse uno en involuntario transmisor de radio de todo tipo de ruidos corporales y entrar en competencia con la SER. Quién no ha oído hablar de la la cavitación, en la que se aplican ultrasonidos de baja frecuencia que crean burbujas en el interior de la grasa para facilitar su disolución, no obstante, de venir a acompañada de un cúmulo de ruidos, similares a los que se producen cuando se elaboran palomitas de maíz, provocados por la implosión o colapso de las mencionadas burbujas. Por no citar la carboxiterapia, que consiste en la aplicación de gas de dióxido de carbono por vía subcutánea. Se dice que hace disminuir la dichosa flaccidez y que también puede colaborar en el tratamiento de la celulitis. De alguna manera, el que se somete a este masaje sofisticado a base de gas, se convierte sin saberlo en sifón o gaseosa humana, con el inconveniente que esto pueda presentar, a la hora de hacer pipí. Otra opción disponible es recurrir a la extraordinaria exfoliación con punta de diamante (EPD), que no deja de ser más que un sofisticado pelapapas común y corriente aplicado a la piel, también conocida como desollado exquisito, porque la renovación de la piel sigue siendo uno de los tratamientos faciales de mayor aplicación, acelerada con esta técnica de despellejado voluntariamente aceptada. Aunque conviene señalar a las personas dispuestas a someterse a su tratamiento que exijan antes, y a ser posible con documento firmado, que el ejecutor asegura no padecer ataques súbitos de epilepsia, ni tics nerviosos, ni es espantadizo; si no se quiere sufrir un despellejamiento profundo acompañado de abundante profusión sanguínea. Una variante del tratamiento anterior es el llamado lifting o estiramiento japonés, efectuado con una katana extremadamente afilada, por supuesto, manejada con habilidad y soltura. Aseguran quienes la han probado, y sobrevivido, que se consigue aportar a la piel juventud, frescor, luminosidad y relajación. En este caso también recomendaría tener en cuenta las mismas observaciones de la exfoliación con punta de diamante y consideraría de muy buen criterio subscribir un seguro de vida y contratar como mínimo un centenar de litros de sangre de buena calidad y a ser posible del mismo tipo de la persona que se propone probarlo y si por descuido o pereza no se ha tenido en cuenta esta observación, más que sugerirla, la considero imprescindible.
Desde luego, sin ser tan extremos y drásticos, existen otros tratamientos más aceptables o incluso amables, como son todos aquellos que pueden englobarse dentro de las técnicas llamadas del rebozo o embadurnado parcial o total, ya sea con algas trepadoras a las que se les ha adormecido para evitar posibles accidentes por estrangulación, con barros radiactivos procedentes de los atolones de la Polinesia, que crean un aura luminiscente durante las primeras noches que siguen al tratamiento en los que no hace falta iluminar la casa, o ya sea con arcillas de las tierras altas de Abisinia de color blanco, verde o marrón, por donde circula el Nilo azul. A decir de los clientes asiduos que los frecuentan, tanto sus resultados como sus costes son bastante aceptables.
También existe la posibilidad de echar mano de los masajes realizados con piedras calientes o frías a lo largo de la columna vertebral, que aseguran, revitalizan, iluminan y oxigenan la piel, aunque no dicen cómo. Este tratamiento merece una explicación más extensa, porque su técnica ha evolucionado en el tiempo hasta devenir en beneficiosa para las personas que la reciben, cosa que es muy de agradecer. Al parecer, se inició con piedras del tamaño de ruedas de molino, pero inmediatamente se puso en evidencia que quienes la usaban eran más propensos a sufrir o padecer de ataques de asma y tos crónica. Cuando su práctica se dio a conocer en la antigua China, se refinó un poco más, con la aportación de calor extremo a las piedras. Al parecer, la mejora, fue muy usada incluso sin el permiso de los que sometían a ella, para tranquilizar de manera bastante eficaz a los alborotadores y disidentes del poder establecido. Finalmente, la técnica actual, a base de piedras de peso y temperaturas soportables, se debe a las amonestaciones y recriminaciones efectuadas por los primeros embajadores británicos ante la corte en Pekín. Desde entonces no ha dejado de sofisticarse con el uso de piedras basálticas, cantos de río, trozos de tejas romanas o de botijos cacereños.
En fin, que la belleza es efímera, todo es flor de un día, hasta lo más hermoso se va agostando lentamente y mantener la belleza no es tarea fácil porque es ir en contra de un proceso inexorable y, en consecuencia, costoso. No empeñemos la vida en ello y ni mucho menos perdamos vida y hacienda.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

