A conveniencia de la mayoría
Ya prácticamente inmersos en pleno periodo electoral comunitario, y yo liberado de dependencias políticas ejecutivas que pudieran condicionarme, pero no de ineludibles convicciones éticas que ninguna jubilación puede disipar, quiero ser especialmente pulcro y objetivo en mis inexcusables orientaciones, que por experiencia acreditada, debo a mis compatriotas.
La actividad política es, a mi modesto criterio, una tarea especialmente noble cuando se ejerce correctamente, esto es, en interés a los demás conciudadanos, sea cualquiera su credo y condición, y no en interés propio o parcial de grupo. Precisamente por lo argumentado, la corrupción política resulta especialmente repugnante. He leído con atención las templadas opiniones de mi estimado amigo y ex-oponente el presidente de Asturias, Pedro de Silva y Cienfuegos Jovellanos, y, como era habitual, coincido plenamente con unas y discrepo respetuosamente en otras, vengan de donde vengan, porque los dialectos son reliquias históricas que nada implican en la nacionalidad. Hay naciones plurilingües y lenguas plurinacionales. Los dialectos hispanos están completamente superados por el español, hoy hablado por seiscientos millones de personas y que disfruta de una extraordinaria repartición mundial.
Reflexiones para determinar el destino del voto en las próximas elecciones
Es necesario renunciar a todo sectarismo político, caciquismo, o "ley del embudo", según la cual algunos pueden sumar con sus adversarios más próximos y otros no pueden ligar con sus afines ideológicos
Para entendernos, es condición fundamental escucharnos atentamente, hablando el mismo idioma -que ya demasiados matices existen en la semántica de nuestro español común-, mantener tumos homogéneos y, como exigen las normas de la dialéctica parlamentaria, que son una mera extensión del protocolo y del sentido común, exponiendo y razonando equitativamente opiniones y criterios de una y otra parte, con claridad y respeto; sin insultos, descalificaciones ni destemplanza alguna.
De acuerdo con elementales prácticas democráticas, todos hemos de admitir las saludables ruedas de prensa, para la objetiva información de los ciudadanos, y compartir por igual, participantes, tiempos de intervención y demás circunstancias de comparecencia en los MCS (Prensa, Radio y TV), sin sectarismos ni aspavientos. Así se instituyó en servicio a todos los asturianos en 1984 el SEPA (Servicio de Emergencias del Principado de Asturias), a mi iniciativa parlamentaria con una proposición no de ley, o moción, y con la esencial y ejemplar determinación ejecutiva suya, pues no era nada frecuente, ni entonces ni lo es ahora en cualquier Parlamento, la aprobación de iniciativas de la oposición; y esto debe ser plenamente reconocido y elogiado, ya que salvó multitud de vidas en los últimos cuarenta años, con la participación del helicóptero medicalizado del SEPA, que, como su magnífica tripulación, no es de derechas ni izquierdas, sino de todos los que lo precisan, sean o no asturianos.
Estoy seguro de que Pedro y yo coincidimos en la necesidad de renunciar a todo sectarismo político, caciquismo, o "ley del embudo", según la cual algunos pueden sumar con sus adversarios más próximos y otros no pueden ligar con sus afines ideológicos. Es claro y decoroso que hay que ser objetivamente equitativos. Qué más quisiéramos los españoles sensatos, de izquierdas o derechas, que todos los cambios electorales resultaran funcionalmente intrascendentes para los ciudadanos, cualquiera que fuese su ideología política previa. Así, todos tranquilos, felices y colaborativos con el Gobierno de turno, para gloria de España y nuestro provecho común.
La fórmula no es mía, proviene de Aristóteles, desde hace unos dos mil quinientos años, y mantiene plena vigencia.
Algunos comentaristas políticos se quejan de que se sabe poco del programa dextrógiro. Otros se lamentan, que de las gestiones levógiras los ciudadanos lo saben todo y además con hechos comprobados en los últimos años. Tal vez haya que olvidarse de las marcas y fijarse en personas concretas. La realidad es que en todas partes hay individuos eficientes y deplorables. Hay que seleccionar.
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