Aventuras y cultura
Toda aventura tiene su origen en la Odisea homérica, en Grecia, la Biblia y la mitología.
Los seres humanos, que se superan de manera increíble, “se esfuerzan, buscan, encuentran y no se rinden”, como proclama el gran poeta victoriano Alfred Tennyson. Aventureros como Richard Francis Burton encarnan, en estado puro, inquietudes muy profundas del espíritu por ir más allá en lo incógnito geográfico. Aunque toda exploración novedosa y proeza sin cuento es un adentramiento heroico en los abismos interiores, sin duda, también sus resultados prácticos cambian los mapas, las cruciales rutas del comercio, la visión antropológica del ser humano, tan diverso y plural, pero uno. Richard Francis Burton, viajero heterodoxo, pendenciero y erudito muy brillante, conocedor de 30 lenguas orientales y africanas, junto a Speke, fue el primer europeo que vio el lago Tanganika y su aventura más famosa está recogida en su ensayo “Las Montañas de la Luna. En busca de las Fuentes del Nilo”. Su vida, escándalo sexual, respeto por los nativos, heroicidades, enigma. Escribió sobre 45 libros de viajes, anotaciones antropológicas y traducciones de lenguas exóticas. El imperio británico fue un imán de influencias y eclecticismo, ubérrimo en mujeres independientes viajeras, en empresas fletadas con fines comerciales y de descubrimientos. El mundo de Rudyard Kipling es ilustrativo de esa época única, así como películas como “El hombre que pudo reinar” o “Amanecer Zulú”. Naturalmente, exponentes de cierto supremacismo. Los españoles y lusos, junto a los británicos, son los que más exploradores, aventureros y héroes han dado al mundo, por encima de envidias y rivalidades ya periclitadas. Hay más de 400 años de exploraciones y aventuras en el Nuevo Mundo americano. Y no se valora lo suficiente que Norteamérica, aparte de México, fue explorada en detalle y llenada de fundaciones por españoles, que descubrieron el océano Pacífico y realizaron exploraciones duraderas desde Alaska hasta la Patagonia más extrema. Héroes, frailes, hidalgos, hombres de pillaje o muy valerosos caballeros, son de supremo interés Hernán Cortés, Ponce de León, Núñez de Balboa, Hernando de Soto, Pizarro, Cabeza de Vaca, Vázquez de Coronado, Ayllón, Junípero Serra, Urdaneta, Balmis. Son miles los topónimos españoles que hay en Estados Unidos. La real corona española tuvo huella y presencia en los cinco continentes, baste recordar a Álvaro de Mendaña o Iradier. Los franceses, con su magnífico Napoleón, creador del vastísimo imperio francés, son también muy prolíficos en exploraciones y huellas mundiales de su cultura, desde Quebec al Sudeste asiático y la mitad de África. Italianos como Marco Polo o el filántropo y médico religioso Schweitzer son hitos.
Es de especial importancia reseñar el aporte de Bizancio, de civilizaciones no europeas, como las prehispánicas. Son deslumbrantes las civilizaciones mesopotámicas y semíticas, Fez, antiguo Mali, la antigua Etiopía copta, el Antiguo Egipto, la Costa del Oro, Zimbabue. Jerusalén, Angkor Vat, el Indostán, los Thai, China, Corea, Japón Shinto son apasionantes. Bali, Sarawak y los mogoles en la India de rajás y Yoga milenario. Uluru, Ámsterdam, Berlín, Roma, Luxor, Nueva York, Dubái, París, Tíbet, Buenos Aires. El mundo de Miguel Strogoff, Zanzíbar, el Oviedo origen del Camino.
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