¿Hablamos de sanidad?
El covid debiera abrirnos los ojos a todos, aplaudimos en exceso lo que correspondía a una obligación, eso hizo que muchos llegaran a creerse héroes de verdad. Ahora no hay por dónde volver a encauzar y enderezar esta sanidad pública, a los héroes no se les puede poner en entredicho.
Debemos cerrar el grifo a esta sanidad pública que ahora mismo solo es precisa (sin listas de espera) para los empleados sanitarios y sus familiares.
Les recuerdo a todos los profesionales que este entramado público está para la atención (por igual) de todos los que con sus impuestos hacen posible sostenerlo. Es universal, no familiar y local.
Si no ponemos remedios, mejor tabicamos este armatoste público. No es posible observar impasibles este desmantelamiento desde dentro y desde las mismas administraciones que no hacen nada por reconducir la situación. Una sanidad con una atención tardía como la actual (y va a más) no es sanidad ni nada que se le parezca; es negligencia consentida.
Pasamos de una sanidad superior, donde se empezaba a apostar firmemente por la prevención, a llegar tarde al diagnóstico, que es tanto como llegar tarde al tratamiento, tarde a la operación efectiva y tarde a la curación. ¿Es asumible una situación así, una sanidad así? Creo que no. Debemos poner pie en pared y empezar a exigir a todos más implicación para volver a aquella sanidad de la que presumíamos orgullosos todos los españoles. De no ser así, tendremos que replantearnos este nido inmenso de ineficacia permitida.
Nos cuesta mucho sacrificio tributario (para seguir observando sin más) todo este desbarajuste de compromiso profesional, de mala gestión, pésima dirección y nefasta administración política. La sanidad y las residencias de ancianos son dos pilares del Estado de bienestar que no cuentan para nadie, ni en campaña electoral de meses. ¡Y mira que prometen todos! Algunas hasta el cielo con tal de que las votes y seguir rucando.
La sanidad es un sector que ofrece un conjunto de servicios que garantizan el cuidado y la prevención de las enfermedades en las personas. Si no se hace en tiempo y en forma, ya no responde a su cometido.
Ustedes no pueden creerse el ombligo del mundo cuando dejan esa estela de desatención. Curioso, pagan justos por pecadores; ya que dentro de ese tropel de empleados los hay que se entregan por entero y dan todo su saber y estar. No va para esos.
No estoy culpando de todo a los profesionales (que también, por no ser capaces de en cada parcela responder con eficiencia y eficacia, ustedes determinan su especialidad, la planifican, la reivindican, la gestionan, la dirigen y la deben corregir. Pueden aportar mejoras). Aquí las administraciones dejan mucho que desear, todos debemos implicarnos en volver a aquella sanidad que funcionaba. ¿Por qué no funciona ahora?
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