La moda de profanar iglesias, a propósito del concejo de Carreño
Cada día que pasa se pierde más el respeto hacia los lugares de culto, que en Asturias con esa falsa idea de que son del pueblo están siendo utilizados por asociaciones de vecinos para hablar de las fosas sépticas (Quintueles, Villaviciosa), para hacer meriendas en sus naves centrales (San Sebastián, Morcín), bailes de salón (Traspando, Siero), conciertos profanos (Ceceda, Nava) y ahora ya hasta comedias músico-teatrales con parodia de boda (Pervera y El Valle Carreño). Ahora, gracias a los medios de comunicación como, por ejemplo, programas de televisión, los vídeos de Youtube y las publicaciones en Facebook e Instagram de actividades de nuestros pueblos asturianos, uno no deja de escandalizarse de hasta qué punto se ha perdido el respeto a lo sagrado.
Algunos piensan que profanar solo es cuando un ladrón entra a robar a un templo y se lleva el sagrario (como ocurrió recientemente en una parroquia de Llanera), un individuo se suicida en el interior del templo, o cuando un grupo de manifestantes hacen destrozos y pintadas e incluso dañando las imágenes u objetos sagrados. No solo eso, ahora hay dos nuevas formas de profanación al alza que también en Asturias se están dando desde hace tiempo, una es la publicación de vídeos provocativos o películas en las iglesias (como ocurrió en Corvera) y otra la utilización de los lugares de culto para cualquier acto laico como comedias en asturiano (como hacían en Llaranes, Avilés, delante del altar), espectáculos de magia (Cébrano, Teverga) y ahora las parodias medievales organizadas en Carreño.
Estos son ejemplos de ofensas a Nuestro Señor, ya sea que se hayan realizado de manera directa con esa intención o no. En todos estos casos, no se puede ejercer el culto hasta que se repare la injuria por medio de un rito penitencial establecido. Por ejemplo, recientemente con motivo de la exhumación del cadáver de José Antonio Primo de Rivera de la basílica del Valle de los Caídos, como el Gobierno prohibió el acceso de los monjes durante varios días al templo lo primero que hicieron los monjes una vez recuperado el control del edificio fue un acto de reparación por las dudas de lo que podrían haber hecho en todo el tiempo en que no les dejaron velar por el bien del espacio sagrado.
A los fieles se les invita a pedir la misericordia de Dios y a orar por el arrepentimiento de las personas que han cometido actos de este tipo para que se encuentren con Jesús. Justamente, el Código de Derecho Canónico, en el libro IV, numeral 1211, señala que: “Los lugares sagrados quedan violados cuando, con escándalo de los fieles, se cometen en ellos actos gravemente injuriosos que, a juicio del Ordinario del lugar, revisten tal gravedad y son tan contrarios a la santidad del lugar, que en ellos no se puede ejercer el culto hasta que se repare la injuria por un rito penitencial a tenor de los libros litúrgicos”. Son hechos que representan un odio a la fe, a Cristo y a todo lo santo. Puede ser que atenten contra la eucaristía, cuando ante la reserva eucarística del sagrario se lleven a cabo actos propiamente profanos.
Parece que con el pretexto de potenciar el Camino de Santiago en el concejo de Carreño un grupo de pseudointelectuales ha inventado una parodia de estilo medieval para que la gente aplauda, se ría y lo pase bien la cual acompaña el cómico musical Pipo Prendes. Un invento para justificar seguramente dinero que el Ayuntamiento paga a su músico venido a menos. ¿Puede encontrarse una música más apropiada para una recreación medieval que habaneras modernas? ¡Qué poco gusto! El vicario general de Oviedo comentaba el otro día que hay que ver la obsesión que tienen algunos con las iglesias, y es verdad, pues habiendo centros sociales, sedes de asociaciones de vecinos, antiguas escuelas y centros de iniciativa rural en Carreño, ¿qué necesidad hay de herir los sentimientos católicos?
El Ceremonial de los Obispos expone que: “Los delitos que se cometen propiamente en una iglesia afectan y hieren en cierta manera a toda la comunidad de los creyentes en Cristo, de quienes el edificio sagrado es signo e imagen”. Y añade: “De este género deben considerarse delitos y profanaciones que se cometen o contra los sagrados ministerios, especialmente contra las Especies Eucarísticas, u ocasionan grave injuria y se cometen en desprecio de la Iglesia, o que ofenden gravemente la dignidad del hombre y de la sociedad humana”. Y más adelante concreta: “La iglesia, pues, se viola por acciones gravemente injuriosas hechas allí con escándalo de los fieles, los cuales, según el juicio del Ordinario de lugar, con tan graves y tan contrarias a la santidad del lugar que no sea lícito realizar el culto allí, mientras no se repare la injuria con un rito penitencial”, concluye.
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