Hospital Universitario San Agustín de Avilés, gracias
Todos sabemos que vamos a morir y que morirán aquellos a los que queremos, pero nadie espera que llegue ese momento y fingimos que no va a suceder. Pero lo que nadie sabe es que llegará el día en que estarás agradecido de que ayuden a tu padre a tener una buena muerte.
Hace pocos días que mi padre falleció en el Hospital Universitario San Agustín de Avilés, en la quinta planta, la de urología. Fue atendido durante meses con una diligencia, con un cuidado, con un esmero extremo.
Pero no escribo esto en su nombre para agradecer aquello que es exigible. Hay algo de impostado en dar las gracias por lo que se puede exigir. Las gracias que mi padre daría, las que quiere dar mi madre y las que queremos dar sinceramente sus hijos y nietos es por lo no exigible, por todo aquello que nos fue dado de forma extraordinaria, sin obligación, gratis et amore.
Mi padre fue cuidado, atendido, regalado a diario. Todos, diariamente, doctoras, enfermeras, limpiadoras, tuvieron alguna palabra de ánimo, alguna de cariño, alguna broma, algún guiño, algún juego que le hicieron agradable y feliz la hospitalización. En momento tan difícil, sin embargo, todos los días sonreímos y todos los días sonrió.
Muchas gracias por lo que no teníais obligación de dar, pero nos regalasteis. Gracias a vosotros, a doctores, enfermeras y limpiadoras, tendremos un recuerdo amable de un momento tan triste.
Ya que hay que morir, gracias por tan buena muerte.
Payarón os lo agradece, seguro.
Adrián Fernández Martín
Oleiros
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