l Sistema decide por i
Hace un par de semanas, agobiado por la cantidad de “sucesos” convergentes en el objetivo de cumplimentar la Agenda 2030, para beneficio exclusivo del 1 por ciento de los humanos, a costa de la desgracia del otro 99 por ciento (pandemia, guerra de Ucrania, quiebra de bancos, inflación galopante, etcétera), tuve que llamar a una ambulancia por una fibrilación ventricular.
Llegaron dos sanitarios y me hicieron las pruebas habituales de consciencia, respiración, oxígeno en sangre, presión arterial, etcétera, y luego, al ver las decenas de libros (para adornar, no para leer) en la estantería de mi salón, uno de ellos preguntó si podía echar una ojeada, más concretamente al titulado “Covid-19: el mayor engaño de la historia”, del Dr. Vernon Coleman.
Su compañero me preguntó a qué se refería el título, y lo resumí brevemente en que el “familiar” covid-19, un virus “apocalíptico” (con una tasa de supervivencia de aproximadamente el 99,7%), casi arrasó con todo el planeta, incluyendo una mención específica a nuestro país, donde el Gobierno canceló derechos constitucionales y fomentó la histeria y el odio masivos entre “cumplidores” y negacionistas los últimos tres años.
Mientras seguía con mi soliloquio “... en esa realidad, nuestro Gobierno ‘impuso’ a millones de españoles una vacuna (que no necesitaban), ‘segura y efectiva’, con muertes y graves efectos secundarios, ahora reconocidos por la OMS, bla, bla, bla...”, el mayor de los dos sanitarios de la ambulancia, un tipo rudo de mirada amable, se acercó a la ventana, hizo una llamada telefónica, volvió y me dijo: “Perdone, ¿estaría usted dispuesto a hablar con un médico?”.
No capté nada extraño y dije que sí, por supuesto.
Pasados unos minutos recibo una llamada y oigo una voz femenina al otro lado: “Soy especialista en prevención de enfermedades mentales...”. Mierda. Corto de inmediato la comunicación.
El sanitario rudo y de mirada amable, que había conseguido colar algunas drogas dentro de unos zapatos ortopédicos, me dijo luego: “Disculpe, pero por lo que acaba de afirmar que está sucediendo en España los últimos tres años, creemos que necesita una evaluación de salud mental; caso de negarse se expone a recibir una carta de ántrax con matasellos de un comando terrorista. Usted decide”.
Aunque es cierto que lo pasé fatal, soy partidario de recordar los malos ratos, así puedo decir “uf, menos mal que ya han pasado”.
Saludos cordiales.
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