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¡Esto no puede ser!

13 de Mayo del 2023 - Marino Iglesias Pidal (Gijón)

¡Esto no puede ser! Es una exclamación que espontáneamente me sale cada vez que me encuentro con la realidad actual.

Cómo puede ser que esta gente sea, piense y actúe tal como lo hace. Lo de estar el carro por delante de las vacas ha dejado de ser una frase ocasional.

El hombre, como todos animales, está dotado de una serie de herramientas, con una adicional única para su especie, la inteligencia. Cada una de estas herramientas, claro está, tiene sus propias características, ya sean las físicas, de todos los seres vivos, o las intelectuales, del hombre en particular. De manera que el hombre piensa y siente por el hecho de serlo, no porque los más listos de la especie lo faculten para ello. Lo que sí pretenden, y, visto lo visto, consiguen de las masas estos listos de ocasión es inculcarle pensamientos y sentimientos que lo someta, que lo haga dependiente de su poder.

Naturalmente, esto no elimina las funciones inherentes a la inteligencia, cuales son la consciencia y la conciencia. El hombre es consciente de sus actos y posee la capacidad ética, automática, para juzgarlos. Naturalmente, lógicamente, cuanto menos de esto, que lo distingue del resto de animales, tenga, más “animal” será. De ser posible la confirmación de este hecho irrefutable mediante la experimentación correspondiente en un laboratorio al efecto, los españoles serían, por su temperamento e historia reciente, unas cobayas de lo más adecuadas.

El español es, en general, más impulsivo que reflexivo.

A este mi pensamiento siempre se le une el recuerdo del “Milord”, el perro, hermoso ejemplar entre pastor alemán y lobo, de mi tío. Desde cachorro siempre encadenado. Yo lo conocí ya de adulto en plenitud de facultades. Me costó, no estoy seguro, pero creo que no menos de dos años, el hacerme con su confianza y amistad. Cuando por fin consintió en dejar acercarme y acariciarlo, desenganché la cadena de su collar. Salió disparado y fue a estrellarse de cabeza contra el paredón que limitaba la finca.

Mi tío me decía que él ya sabía que yo llegaba cinco minutos antes de que lo hiciera, el “Milord” se volvía loco dando saltos de alegría.

Claro, yo quería al “Milord” y lo que buscaba era darle al perro la alegría que él me daba a mí cuando nos veíamos.

Desgraciadamente, el español “se ha sentido” encadenado durante más tiempo que el “Milord”, y quienes han llegado para, según ellos, quitarles la cadena no lo han hecho buscando precisamente la felicidad de los encadenados, eso no les causa ninguna felicidad a los “libertadores”. Les hacen creer que les quitan las cadenas a los que se creen que las tienen de hierro al cuello, y se las ponen de confitados eslabones almibarados con refinada y glaseada “libertad”. Lo cual eso, como el “Milord”, los hace salir irracionalmente disparados al disfrute de la consciencia con la conciencia bajo mínimos.

Los nuevos amos tienen una receta muy fácil para sacarles rendimiento a sus ingenuos esclavos de nuevo cuño.

Responsabilidades, trabajo, respeto... Eso resulta muy ingrato. Ya desde su nacimiento les aplican el tratamiento correspondiente. ¿Recibir órdenes o reprimendas de los padres? ¡Por favor! Porque me han traído al mundo, ¿qué se creen? ¿Respetarles? Ellos son los que deben respetar la dependencia de sus niños, ¡y que no se les ocurra! ¡Les monto un pollo que se cagan! (piensa el nene).

¿Estudiar? ¡No jose! Es un coñazo.

Y claro, como los libertadores son tan buenos. -Tranqui nene. Todo eso del sistema métrico y tantas gaitas, pa na. Con que aprendáis a contar con los dedos, suficiente para titularos de bachilleres.

Y nada de aburrirse. Ahí tenéis ese compañero más comedido y estudioso, ¡a joderlo! Que es muy entretenido. Que os gusta esa muchachita, o muchachito, que esta “libertad” da para todo, a por ella/él. Sois menores, no se os va poner ningún castigo por inocentes tonterías, todo lo más se hará el paripé de mandaros 15 días de vacaciones disfrazados de penitencia.

¿Trabajar? Schut... Y los padres jubiletas con pensión. ¡Ni loco! Para qué me trajeron al mundo. Que me mantengan. Y que no se me pongan chulos, porque les meto una patada en el culo que se van a acordar.

Los libertadores. -Por supuesto, di que sí. Y si no tienen para comprarte el pisito que quieres, busca uno que te guste, métete, más fácil sin nadie dentro, y listo, ya es tuyo, ¡ah! y ya sabes, no tienes que ocuparte de ningún pago por el uso de tu nueva morada, eso es cosa de los dueños escriturados, que para eso son los dueños...

Dice el propio. -Nada de la fatídica patraña, “el trabajo te hará libre”. ¡Este Gobierno! te hace libre. Ni siquiera tendrás que soportar el dictado que la estúpida naturaleza quiere imponerte. ¡Tú decides tu sexualidad! El Gobierno la acreditará con tu DNI. Pide y se te dará. Y, si nos obligaras, para que no digan, no importa el desmán que hayas hecho, a imponerte pena de cárcel, no temas, será lo más breve posible y comenzaremos a preparar tu indulto desde el instante en que el juez decide tu condena. “¡Votad si queréis libertad!”.

¡Viva el Gobierno!

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