El Requexón se muere
Una década atrás, no mucho tiempo antes, se alababa el trabajo que se hacía con la cantera en Lezama, en la Fábrica madridista, en Mareo... y en el Requexón. El Real Oviedo tenía unas modélicas instalaciones en las que formaba a sus jugadores, pero el hundimiento institucional ha llevado a sus dirigentes a descuidar esa parte tan esencial que es mimar el fútbol base.
El Requexón se muere, y a la vista está de cualquier aficionado que por allí pase. Se acerca a la ruina y evitar esta tragedia es misión prioritaria de Dámaso Bances, el presidente, aunque es público que las arcas del club no es que se acerquen a ese estado citado, sino que son una ruina clamorosa.
La Segunda B es un pozo, pero en estos tiempos de crisis generalizada la cantera es la salvación de los clubes modestos. Cuando los carbayones estaban en Primera, hace un puñado de años, echaban más mano a la cantera (a la memoria vienen Luis Manuel, Oli, Amieva...) que ahora; toda una incongruencia según están los tiempos.
Para sentir la necesidad de triunfar en un equipo hay que sentir el escudo dentro, y eso sólo lo aseguran los chavales de la cantera, sea cual sea el equipo del que hablemos. El Requexón ya no nutre de jugadores al primer equipo como antes, y quizá sea porque emigrando se sientan más cómodos que trabajando en unas instalaciones desoladas. Por muy inconscientes que sean, por ejemplo los alevines, no son tontos.
El Real Oviedo debe volver sus ojos hacia ese corazón azul que aún late a duras penas, pero late, como la afición ha seguido latiendo a su compás pese a ver a su equipo en Tercera División, categoría de la que felizmente salió en 2005.
Desde hace unos días han corrido como la pólvora a través de las redes sociales de internet unas fotografías que demuestran el estado de abandono crónico que sufren las instalaciones del Requexón. Uno siente vergüenza ajena y un dolor en lo más profundo de mi corazón oviedista al ver estas imágenes. Campos que vieron nacer a jugadores internacionales como Luis Manuel o recientemente a los Cazorla, Mata o Adrián convertidos en vertederos, banquillos comidos por los hongos, sendas otrora utilizadas por los equipos de la cantera para correr, cubiertas por la maleza.
Para más inri, el consejo de administración se vanagloriaba recientemente de gastarse 600.000 euros anuales en el mantenimiento del Requexón, por no hablar de la colecta realizada en la web oficial del club subastando pixeles para sufragar la renovación del césped sintético del campo número uno, campo más conocido como «la lija» donde los alevines se juegan el físico cada fin de semana.
Esta no es más que otra muestra del estado de descomposición en que se encuentra el Real Oviedo desde la llegada del consejo de Alberto González. Los oviedistas, resignados e impotentes, nos preguntamos: ¿dónde está el dinero de los pixeles?, ¿dónde está el dinero del Ayuntamiento? Alberto González y sus súbditos deberán responder ante los accionistas el próximo 29 de diciembre.
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