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La visita de Sánchez a Washington

16 de Mayo del 2023 - J. J. J. Suárez González (Gijón)

Aunque muchos españoles no se enteraron del episodio, los periódicos y los telediarios le dieron muy poca publicidad al asunto, yo aún recuerdo la visita de Rajoy a los EE UU en enero de 2014 y en concreto una afrenta que los americanos no se atreverían a hacer a ningún presidente de ningún país del mundo, salvo a España y alguna república bananera: Rajoy llevaba unos caros facsímiles de obras de hace 500 años y cuando se las entregó a Obama, este, que no tenía nada para corresponder, le entregó a cambio una cajita de caramelos M&M’s, con la bandera USA, que tenía encima de la mesa del Despacho Oval. Aquel día pensé que era imposible caer más bajo como representante de un país, y sentí vergüenza ajena por Rajoy y vergüenza como español, pero es que aún me faltaban por ver otras visitas a la capital y a la sede política del Imperio. La visita de Sánchez a Washington ha marcado el límite de la pleitesía y del vasallaje, aún se podía caer mucho más bajo que Rajoy a aún se podía ciscar más el propio presidente de España en su país. Antes de reunirse con Biden, Pedro Sánchez ya había condecorado a Nancy Pelosi con la orden de Isabel la Católica, mientras elogiaba, babosamente, a la expresidenta de la Cámara de Representantes, glosando sus acciones “en defensa de la democracia”, que incluyen, por supuesto, su viaje a Taiwán, un país no reconocido por la ONU, para meter el dedo en el ojo a China. Pero ¿no hemos visto todos en el asunto del Sahara Occidental el respeto por la ONU que tiene Pedro Sánchez? “Es usted un gran hombre”, “el mundo necesita un presidente como usted”, “siga así, lo está haciendo bien”; en fin, este tipo de frases dirigió Sánchez a Biden mientras las aceitunas negras españolas, por poner solo un ejemplo, seguirán sin poder entrar en EE UU (lo que hay que hacer para ser secretario general de la OTAN). Nada consiguió Sánchez para España en su visita a EE UU, pero ¿qué le dio él a USA? Escuchemos al secretario de Estado, Blinken: “Estamos muy agradecidos a España por la ayuda a Ucrania y al liderazgo internacional de Sánchez en ese conflicto, con la acogida de 173.000 refugiados ucranianos y el envío de armas”. Y Biden después remachó: “Agradezco al presidente Sánchez el acuerdo para acoger en España migrantes latinos” (Sánchez no quiso concretar el número). Sánchez también confirmó la autorización de otros dos destructores más de EE UU, con el sistema AEGIS, componentes esenciales del sistema antimisiles, en la base gaditana de Rota (Zapatero ya había autorizado el despliegue de cuatro de esos destructores americanos allí), así como la imprescindible ampliación de la base para poder acoger a tanto buque, que, por supuesto, pagará España. Mientras esas cosas sucedían, la encantadora oposición del PP no hacía ni una sola crítica, porque, como hemos visto al principio de este escrito, tanto el PP como el PSOE pugnan desde hace mucho tiempo por ver quién de ellos lame más y mejor el culo a EE UU. Pero, curiosamente, tampoco hemos escuchado una sola crítica de los socios de Sánchez en su Gobierno, ni de los de la “mayoría progresista”; ni de los independentistas catalanes, ni de los comunistas de mentirijillas, ni de ellas, ellos y elles, ni siquiera de esos “marxistas-leninistas” que llevan en sus listas electorales a 40 condenados de ETA. Cuando en 1957 Franco entregó cuatro bases militares a EE UU al menos obtuvo la defensa imperial de su dictadura y unas cuantas toneladas de leche en polvo caducada, pero, eso sí, ni entonces, ni ahora Sánchez, han conseguido que los americanos limpien las arenas de Palomares, donde Fraga se bañó con el embajador americano, de los residuos radiactivos del plutonio de las cuatro bombas atómicas que cayeron de un bombardero estratégico B-52. ¿Sabe usted adónde los ha mandado a todos ellos?

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