Resto no es el que era
Desde que se ha convertido en una marca, en un poderoso reclamo en cualquier programa de televisión de los muchos en los que participa, el que un día fue martillo de concursantes de espectáculos musicales, odiado o venerado, y jurado de otros tantos, Ricardo Mejide, el popularísimo Risto, se ha ganado a pulso su posición en lo más alto del ranking de personajes que se labran su fama por lo que les diferencia de los demás.
Y Risto, en su especialidad, era diferente, y esa diferencia radicaba en su particular forma de manifestarse, que a nadie dejaba indiferente porque en sus valoraciones siempre había un punto de originalidad, de conocimiento, de sabiduría y de personalidad.
Esa personalidad es la que le ha encumbrado, aunque últimamente se está acomodando y sus juicios ya no son tan demoledores.
Risto sigue teniendo un gran valor en sí mismo, pero a efectos de sorprender, de impactar, ya no es el mismo porque se ha dulcificado. No se ha adulterado pero ya no es el mismo.
Ya no es el que era, aunque siempre hay un fondo de verdad en todo lo que hace, por lo que volverá, volverá, si quiere, volverá a ser el Risto de antes, si quiere, aunque no creo que vuelva, porque se le ve, ya, próximo a los 50, con menos ganas de pelea.
Es lo que tiene la fama, pero le vamos a echar de menos en una faceta que bordaba como nadie.
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