Tengamos a Europa en paz
Es incontrovertible que todos tenemos fallos, aparte de razones que hay que reconocer y aceptar. La Francia de Luis XIV, cargada de excesos monárquicos, intentó luego corregirlos radicalmente con la Revolución, que se desbordó sin medida. Recordemos que Napoleón, un disidente corso, pasó de primer Cónsul a Emperador, tras disolver manifestaciones a cañonazos, inventando la democracia artillada, y causó miles de muertos en sus guerras. La Alemania derrotada en la Primera Guerra Mundial trató de recuperar su antiguo prestigio en la Segunda, y llevó a Hitler en un equivocado exceso al renovado error de la invasión de Rusia. Las intemperantes tiranías de los zares dispararon el régimen totalitario soviético con los atropellos del comunismo y el despotismo de Stalin, tras el asesinato de la familia del Zar. El imperialismo chino desembocó en la aplicación brutal del Libro Rojo de Mao, y la muerte de legiones de ciudadanos. Los abusos colonialistas de los británicos llevaron a la insurrección a las trece colonias norteamericanas, que se extendieron rápidamente a las cincuenta actuales de USA. La invasión napoleónica de España, tras los desastres navales de Abouquir y de Trafalgar, impulsaron la caída del Imperio español, que había durado trecientos años, y desencadenaron las traidoras insurrecciones de mestizos iberoamericanos. Concretamente la denominada guerra de Cuba, largamente propiciada en USA, desde Monroe, y culminada en 1898, nos hizo perder Cuba, Puerto Rico, Filipinas, las islas Marianas y las Carolinas, para que la Navy de McKinley tuviese bases en todo el Pacífico Norte. Esta indiscutible realidad nos recuerda, como antecedente, la actual situación de la guerra de Ucrania, que directamente enfrenta a Ucrania y a Rusia, y en la que realmente compiten Rusia y USA; pero, ¡ojo!, en territorio europeo, y en la que crecientemente se implica a la UE, a través de su masiva presencia en la OTAN, años después de la liquidación del Pacto de Varsovia, organizado por Rusia, y después también de la liberación de los países ex URSS por el presidente Gorbachov; pero con el condicionamiento previo (inobservado), de que no se integrasen en la UE ni en la OTAN, para evitar la proximidad de arsenales nucleares de sus posibles adversarios; es decir, una situación muy similar a la de los misiles rusos antes enviados a Cuba, con ostentosa alarma yanqui. Se pueden citar más relevantes desconciertos: el conflicto kosovo-serbio terminó con la liberación de Kosovo, apoyada por parte de la UE; pero rechazada por España, que, probablemente, veía claras similitudes independistas con Cataluña y País Vasco. Las analogías entre las relaciones políticas Ucrania-Rusia y de Cataluña-España (salvando grados) se manifiestan también en disidencias lingüísticas acusadas. Es sabido que los secesionistas pretenden identificar, indebidamente, lengua y dialecto con nacionalidad. Mis amigos ucranianos (de afinidad prorrusa) se quejan de la retirada del estudio de la lengua rusa en las actuales escuelas de Zelenski. No son tontos: el ruso lo hablan trescientos millones de personas, y el ucraniano no pasan de cuarenta y cinco, de los que quince tienen el ruso como lengua materna. El nombre de “ruso” se refiere al del conde vikingo Russ (880), de lo que se puede deducir que los ucranianos son más rusos que otros connacionales, y ahora no pueden hablar ruso. ¡Perfecto! Algo parecido les ocurre a los castellanos que ahora viven en Cataluña y sus hijos estudian en colegios públicos. Ya sabemos también que para ejercer oficialmente de médico en Baleares hay que ser diestro en mallorquín. ¡Fabuloso! También es magnífico para los extranjeros que quieren seguir estudios universitarios en los cursos de verano de las universidades de esa comunidad. No hay otro camino que el de recurrir a la cordura. Si Rusia y USA se llevan mal, que resuelvan sus asuntos sin implicar a la UE. Tengamos a Europa en paz: la participación de la UE en el conflicto ucraniano sería verdaderamente peligrosa para toda la Humanidad. Hoy USA está relativamente beneficiada por los bloqueos a Moscú, incrementando fuertemente la cotización del dólar y el precio de sus hidrocarburos; pero no se libera de los riesgos que entrañan los misiles más rápidos, la dificultad de localizar los submarinos que los portan, y la creciente concentración urbana, así como la total precisión de los blancos a larga distancia, que no se desvían más de 200 metros. La respuesta previa de la UE, que USA sugiere, mediante guerra de neutrones o “irradiación intensiva”, no es menos grave, como predican para tranquilizar a la OTAN. Los rusos también lo saben, y no alargarán los tiempos críticos de respuesta entre las dos mayores potencias nucleares. No pueden hacerlo. En el primer ataque nuclear mutuo, la mortalidad inmediata se evalúa en casi cien millones de muertes, por efectos mecánicos y térmicos (a más de 1.000 grados centígrados), a los que se añadirían en pocos días más otros cincuenta millones por radiación elevada. Esa es la realidad.
Sumario: Sobre la participación de la UE en el conflicto ucraniano
Destacado: En el primer ataque nuclear mutuo, la mortalidad inmediata se evalúa en casi cien millones de muertes, por efectos mecánicos y térmicos (a más de 1.000 grados centígrados)
En otro ámbito de cosas, me llama también la atención la nueva consigna, presuntamente progresista en España: “Defiende lo que piensas”. Sugiero una alternativa que me parece más deseable y racional: “Piensa en lo que defiendes”, porque si lo que piensas estuviera equivocado, iremos obstinadamente mal.
Hermano, ¡por favor!, piensa primero, y actúa después. Es más sensato y práctico para todos.
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