Las relaciones humanas son agotadoras
El otro día, mi grupo de amigas y yo nos pusimos a reflexionar sobre las relaciones humanas y llegamos a la conclusión de que son tan complejas que llegan a ser agotadoras. Me da pereza empezar a conocer otras personas, pues invertir tiempo y energía en una persona que solamente está interesada en tener relaciones superficiales no me merece la pena. Quiero tener relaciones profundas, no superficiales.
Por un lado, tenemos a ese grupo de personas que no quiere tener amigos ni pareja porque tienen pánico a ser vulnerables. Sé que abrirte a una persona y arriesgarte a que te traicionen o que te hagan daño es de ser valientes, pero me parece de lo más simplón basar todas tus relaciones personales en la superfluidad y lo efímero. En este caso, cuando te relacionas con ellos, muchas veces tú eres la que te empeñas en profundizar, construir e implicarte emocionalmente con ellos y esta no mueve ni un dedo. Ahí está la primera decepción.
Por otro lado, a veces, tienes suerte y encuentras individuos que quieren construir. Los dos sembráis y regáis el jardín de las relaciones profundas, pero uno de los dos está tan mal psicológicamente que, tristemente, las flores no dan frutos y la relación se acaba por enfriar.
Las relaciones profundas no se construyen de la noche a la mañana como la gente piensa. Tener amigos o pareja es un trabajo a tiempo completo que requiere de mucho esfuerzo y sacrificio y no todo el mundo está dispuesto a asumirlo.
Las personas somos muy complejas y las relaciones humanas más. Si ya de por sí es muy difícil que dos personas con sus propias virtudes, defectos y heridas emocionales encajen, imagínate un grupo de personas. Tal vez soy demasiado profunda o espiritual, o, tal vez, incluso opinéis de mí que soy una misántropa, pero he reflexionado y hablado mucho sobre el tema y me he dado cuenta de que, tanto mis amigas como mucha gente que conozco opinamos lo mismo. Hemos llegado a la conclusión de que lo que marca la diferencia es el interés. Quien tiene interés se nota y quien haya experimentado, al menos, una relación sana y profunda en su vida lo sabe.
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