Lejos de la equidad e inclusión en Asturias
Escribo estas líneas como forma desesperada de llamar la atención de las instituciones educativas asturianas que, desde hace meses, ignoran las necesidades de varios alumnos que carecen de la atención educativa que necesitan; uno de ellos, mi propio hijo.
Estamos hablando de chicos y chicas con necesidades educativas especiales, para quienes la escolarización debe ir acompañada de determinados apoyos en forma de recursos que nunca llegan. Resulta lamentable que a estas alturas de curso, en las que queda escasamente un mes para que finalice, ni siquiera se hayan dignado a darnos una respuesta.
Por cuestiones de privacidad, hablaré solo del caso de mi hijo, pero me consta que en el mismo centro de La Pola Siero hay dos alumnos más que necesitan el mismo recurso. En la actualidad, mi hijo acude solo nueve horas al centro repartidas en tres días a la semana. La razón es que la profesional de Pedagogía Terapéutica que atiende su nivel educativo tiene un contrato de media jornada. Se ha pedido la ampliación del horario de esta profesora a finales del segundo trimestre y aún seguimos sin respuesta: he metido escritos por registro, he enviado correos electrónicos, llamadas, etc., y nadie me responde a pesar de que desde el equipo de Orientación se ha evaluado el caso y se ha dictaminado que su incorporación progresiva al centro debe ir acompañada de este apoyo educativo. Lo más frustrante como madre no es solo que sientas que tu hijo no está atendido como debería, sino que ni siquiera mereces una explicación sobre lo que está sucediendo.
La educación pública, desde mi punto de vista, ha de servir como eje compensador de todo tipo de desigualdades y debe tratar de incrementar la equidad y la inclusión con el fin de que todos los niños y niñas tengan acceso a una educación de calidad. Pero mientras esperamos el ansiado decreto, las familias necesitamos hechos y compromiso, no solo palabras. Y para conseguirlo, lo único que puedo hacer es apelar a la difusión de esta injusticia para conseguir que antes de que finalice el curso mi hijo pueda ir al centro educativo los cinco días lectivos de la semana como el resto de sus compañeros y compañeras. No olvidemos que se trata de un derecho básico de un menor que está siendo vulnerado.
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