No podemos aceptar las prácticas de gestación subrogada
En estos días hemos visto cómo Miguel Bosé y Nacho Palau se han enfrentado a un juicio por la custodia de los cuatro hijos que tuvieron a través de la gestación subrogada. El Supremo ha dictaminado que los dos hijos que viven con Miguel Bosé y los dos que viven con Nacho Palau no se les considera hermanos.
Otra gran polémica relacionada con los vientres de alquiler ha sido la vivida por Ana Obregón, trayendo al mundo una niña a través del esperma de su difunto hijo, Álex. A mi parecer, en todos estos casos, los grandes perjudicados son los niños y las madres biológicas de los mismos.
Primeramente, esta práctica va contra los derechos humanos. Se viola la dignidad de la mujer, utilizando su cuerpo como un instrumento, y también se viola los derechos del niño, puesto que no puede escoger si quiere nacer bajo un contrato. ¿Es permisible, entonces, aceptar una práctica en la cual no se defiende ni el interés del bebe ni el de su madre?, ¿debemos aceptar que sus supuestos padres cuiden a dicho bebe, empezando a serlo con la poca empatía mostrada durante el proceso?
Vivimos en el siglo XXI y, a pesar de la evolución en otros campos, como la tecnología, se ve normal una práctica ilegal parecida a la compra-venta de órganos. A pesar de que parezca exagerado, no nos engañemos, estamos alquilando un cuerpo el cual se ve sometido a aceptar este método por la necesidad del dinero, y no por placer o por gusto.
En el “mejor” de los casos, incluso si la mujer que realiza la gestación subrogada se ofrece a hacerlo, el niño seguirá viéndose afectado por la separación de la única persona que conoce nada más nacer. Poniéndonos en el contexto, ¿nos hubiera gustado nacer en estas condiciones, con la extirpación de nuestra zona segura desde el principio?
Está claro que no podemos echar la vista a un lado. No existe ningún derecho el cual implique la posibilidad de poner en peligro a una mujer o a un recién nacido.
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