28 de mayo: esperanza de cambio para Asturias
El 30 de diciembre de 1981 Asturias se constituyó en comunidad autónoma, si bien el proceso autonómico comenzó cuatro años antes, en septiembre de 1978, con la institución del Consejo Regional de Asturias como órgano de gobierno y administración de la región. Este protoejecutivo, presidido por Rafael Fernández, fue el encargado de desarrollar el proceso autonómico asturiano que culminó su labor con la celebración, el 8 de mayo de 1983, de las primeras elecciones autonómicas. Aquella primera batalla electoral la ganaron ampliamente los socialistas de Pedro de Silva. Desde entonces, el Partido -solo puede ser el socialista- ha ido tejiendo una red clientelar de la que se ha servido para perpetuarse en el poder, repartiendo prebendas y privilegios al amparo del BOPA. En Asturias, cuarenta años de padecimiento autonómico son -prácticamente- cuarenta años de padecimiento socialista. El Partido ha hecho de Asturias su cortijo particular y, entre subvenciones y corruptelas, ha periclitado la prosperidad de la región. Asturias, otrora vanguardia industrial, acumula hoy metros y metros cuadrados de suelo industrial parado y abandonado. La autopista del Huerna, inaugurada en el electoral año 83, sigue siendo la única vía de comunicación razonable con Castilla. El prometido AVE sigue sin llegar. El campo se vacía mientras el lobo ataca impunemente nuestras cabañas y la Administración traba y burocratiza la actividad ganadera. Las empresas, asfixiadas fiscalmente, bajan la persiana o se trasladan a otras regiones en las que se les permite desarrollar su actividad. Y los jóvenes, futuro y esperanza de la región, nos vemos obligados a buscar empleo allende nuestras fronteras, a desarrollar nuestras vidas lejos de nuestro verdadero hogar, a abandonar nuestra tierra y nuestra infancia. El Partido arroja en su gestión un balance desesperanzador: invierno demográfico, liderazgo en envejecimiento poblacional, mayor número de pensionistas que de asalariados, insoportable carga impositiva para las familias y las empresas, éxodo juvenil, abandono del medio rural e infraestructuras tercermundistas que nos aíslan del resto del país. Y, además, ahora, suponemos que para tapar su propia incompetencia o para encontrar en España un enemigo opresor, a lo anterior hay que sumarle los delirios nacionalistas del presidente Barbón, que nos quiere imponer una lengua inventada y subvencionada, la “llingua”, que acaba por decreto con la rica diversidad cultural asturiana y que drena, en mayores corruptelas, los recursos que día a día nos confisca una Administración sinónima de ineficiencia y derroche. Ante este panorama desolador, y frente a la inminente cita electoral, se hace más necesario que nunca expulsar al socialismo de nuestra región. El 28 de mayo los asturianos debemos impulsar, con nuestro voto, un cambio radical en las políticas -no solo en el Gobierno- de Asturias. Y, al día siguiente, esa gaita que hoy llora resonará de nuevo alegremente en las entrañas de los asturianos que, a poco que el gaitero toque las notas adecuadas, volveremos a ver estallar en flor la prosperidad de nuestra región.
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