Nos la estamos jugando
Muchos expertos y entidades están denunciando que los adolescentes son los más vulnerables a los algoritmos que personalizan la publicidad y a las experiencias inmersivas del metaverso, provocando que la batalla contra la ludopatía y los juegos en línea se complique.
Los adolescentes están en una época de desarrollo madurativo e intelectual. Una etapa en la que la impulsividad y la búsqueda de nuevas emociones les hace más vulnerables a estas adicciones.
En su momento, ya se denunció que hubiera tantas casas de apuestas a menos de 500 metros de los centros educativos, que dejaran a los menores acceder, apostar y, encima, consumir alcohol, alertando sobre este grave problema estructural. Sin embargo, la cuarentena favoreció estas adicciones, demostrando que había menos control en el entorno online. Los jóvenes descubrieron la comodidad de apostar desde casa, la facilidad de suplantar la identidad de mayores de edad y poder utilizar el dinero en línea.
Bien es cierto que en nuestra sociedad los juegos de azar están normalizados. De hecho, el juego ha sido algo que nos ha acompañado desde que somos niños, juegos tan inocentes como el parchís o el piedra papel tijera, un juego, este último, que se jugaba para decidir quién se la ligaba. Sin embargo, una cosa es decidir quién se la liga y otra muy distinta es permitir que menores arriesguen dinero en apuestas deportivas, pese a que está prohibido.
El derecho a la niñez y la inocencia están siendo constantemente violados por corporaciones para beneficiarse y nadie está haciendo nada al respecto, empecemos a cuidar y a proteger a nuestros menores. Eduquemos e informemos sobre los peligros, beneficios e inconvenientes que tiene el mundo adulto, pero no permitamos que jueguen a ser mayores haciendo apuestas deportivas.
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