El regreso del sisidor
Nos encontramos en plena vorágine de la campaña electoral y de nuevo aparece un ejemplar que ha permanecido aletargada durante meses, me refiero a la especie que voy a denominar “sisidor”.
Aunque esta palabra, acabo de inventarla, no figura en la RAE, no es mi intención ni deseo el incluirla en nuestro Diccionario de la Lengua Española, pues bastante vilipendiado se encuentra últimamente.
De modo que, hablando siempre de manera figurada, “sisidor” aparecería en el mismo como (adj. Que sisida) y si vamos más allá, al verbo “sisidar”, nos encontraríamos algo así como, (tr. Que afirma gestualmente mediante movimientos verticales y pendulares de su cabeza).
Estos días, observo y reparo en ello, cuando veo a través de la TV, las imágenes de mítines o apariciones delante de un puñado de micrófonos, a todo un corro de “sisidores”, distribuidas estratégicamente a espaldas del ponente de turno.
Desconozco, desde mi puesto de simple espectador, si en realidad se trata de un tic nervioso o un gesto de sumisión idólatra, pero ahí los tenemos todos los días y a todas horas.
Mi senectud y la disponibilidad de largas horas para pensar, me hace retroceder en el tiempo, casi siempre con nostalgia, de modo que la peculiaridad del movimiento de tales personajes me trae un recuerdo a la memoria.
Corrían los años sesenta del siglo pasado y las bandejas posteriores de los coches lucían una mascota que movía su cabeza de manera vertical y siguiendo el perfil de los baches que encontraras en la carretera y debo decir que no eran pocos.
Confieso que desconozco el lugar de adquisición de las mismas, pues todavía faltaban años para la proliferación de los bazares chinos.
En el caso concreto de mi padre se trataba de un perrito de raza dálmata que nos acompañaba en los viajes realizados en su querido y cuidado Seiscientos.
Termino estas líneas, tomándome la libertad de parafrasear a nuestro por siempre querido y añorado Forges: “Gensanta pobres occipucios”.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

