No es racismo, es cuestión de educación
Los insultos en el fútbol se producen desde siempre, en todos los campos y en todos los países. En todos los derbis se mandan piropos ambas aficiones y hasta ahora era preludio de espectáculo sublime, así eran las portadas sin que nadie pidiera suspender los partidos y clausurar los campos. Qué decir de las aficiones esperando al autobús rival, ¿los cánticos eran suspiros y deseos de mucho amor? ¿Se mandaban rosas? No vi a ningún medio escandalizarse por esos versos amorosos. A partir de ahora sí, veremos a las aficiones con bozal, no se atreverán a abrir la boca, no vaya a ser alguien intérprete mal sus palabras: hipócritas. Entramos de lleno en la dictadura del puritanismo y de los ofendidos. Todo viene de esa política cargada de moralina de Podemos y confluencias, viven en el país de las maravillas. Será un sinvivir.
La hipocresía nos llevaba a aceptar que al árbitro le recuerden a su madre (y no para bien) constantemente, y a los entrenadores rivales les digan de todo desde mismo detrás de los banquillos; pero a Vinicius (un experto en provocación, aunque jamás justificaría esos insultos racistas contra él) como es negro, todos se escandalizan: hipócritas.
Dicho esto, a ver si de una vez erradicamos los insultos racistas, todos los insultos y la violencia en el fútbol, aprovechemos para hacerlo extensible a toda la sociedad. Pero aténganse a las consecuencias, es perder libertad y presunción de inocencia. El dedo de cualquiera puede acusarnos por error o maldad, ya estás jodido. Como pasa con las leyes feministas que todos tragamos. Hasta la víctima se podrá convertir en verdugo, la ley le da esta potestad de verdad en sí mismo. Una anormalidad jurídica al servicio de quien se proponga abusar de ella.
Creo que no es racismo, es cuestión de educación. Si Vinicius perteneciera al Valencia, siendo la misma persona, del mismo color, ninguno de esos que le insultaron, lo haría, le aplaudirían a rabiar.
Florentino, la Liga, la Federación y todos los estamentos oficiales relacionados con el deporte y la política deben actuar de inmediato con serenidad, sin caer en justicia a la carta.
"Aquellos que renunciarían a la libertad esencial para comprar un poco de seguridad temporal, no merecen libertad ni seguridad", B. Franklin.
Saben, me importan poco las medidas inmediatas por la repercusión del caso Vinicius. Más bien, los principios morales y los valores que deberán imperar a partir de este acontecimiento. Ahora castigarán al Valencia, cogerán a cuatro energúmenos y les meterán un paquete, pero seguro que las provocaciones de Vinicius, (tampoco son nuevas por los campos, aficiones y contrarios) quedarán sin castigo. Nadie se atreverá a exigir al deportista respeto y deportividad.
Pero de todo ello, me tiene muy enfadado la imagen proyectada desde Vinicius, su entorno y del mismo Ancelotti, sobre España. Dejándonos como racistas de cara al resto del mundo. El mundo entero abre portadas llamando a los españoles racistas. Claro que existe racismo, claro que existe violencia, claro que existen energúmenos... No más que en todos esos países que nos señalan.
Ancelotti en concreto dejó el primer día unas declaraciones que se interpretaron como que estaba asombrado de lo ocurrido en Valencia, cuando ya le ocurrió en Italia y seguro en otros países que ha estado entrenando.
Florentino viene de serio, como a poner cordura y solución ahora, pues en su Estadio se insulta también, haber empezado por su casa.
Que un presidente como Lula interfiera en un caso de insultos racistas contra un jugador brasileño, muy querido en España, muestra racismo en sí esa intromisión, no digamos algunos de sus ministros que hasta nos quieren aplicar sus leyes aquí, a un país soberano ¡qué falta de respeto! Creo que el Gobierno español no fue contundente contra esas intromisiones.
Durante muchos años cientos de jugadores negros, brasileños, y de todos los países han estado en España ejerciendo su profesión, aquí se hicieron millonarios y un alto porcentaje de ellos decidieron fijar su residencia en España después de dejar la práctica deportiva. Muy mal no se les trató cuando siguen con nosotros en vez de volver al país maravilloso de Lula da Silva.
Quede claro para todos: España no es más racista que ningún otro país. Un país cosmopolita en recepción de visitantes y turistas durante muchos años, que dejó patente su respeto y acogimiento; para ahora venir la hija de Pelé, el presidente, y otros sujetos a señalarnos con el dedo.
Debemos dar ejemplo de todos modos de saber aplicar el protocolo que tenemos contra delitos racistas sin que nos veamos obligados a encadenar las libertades por cuatro energúmenos y por personas de fuera de nuestras fronteras.
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