Como si yo me pongo a gritar: ¡Marino! ¡Marino!...
Es lo que hace "Sálvame", gritar su propio nombre: ¡Sálvame! ¡Sálvame!...
Claro, me pongo yo y: -Qué hace este majareta perdido. ¡Hala, coño! ¡Pa La Cadellada!
Si alguien llega a leer esto, puede que piense: Pues claro que estás llocu perdíu. ¡Que no haz tiempu que La Cadellada dejó de existir!
Por eso precisamente. Un ser extinto, como yo, solo puede estar en un lugar extinto.
Una vaina muy rara, soy un fósil viviente. Y, para mayor inri, carezco del más mínimo interés para la ciencia. Lo cual no me permite, como los dinosaurios, por ejemplo, un lugar en un museo viviente o algo así. Simplemente yo no existo, así que, para un lugar inexistente.
Esta condición mía, no la de fósil viviente, esa me viene de hace unos veinte años, más o menos, me refiero a la de bicho raro camino de fosilizarse en vida, tuvo sus inicios cuando yo contaba trece, catorce años.
Cursaba, por decirlo de alguna manera, perito mercantil. No sé si eso existe actualmente, pero era la opción alternativa al bachiller en aquel momento. Bueno, pues, a las asignaturas pendientes que me habían quedado de "primero", se sumaron todas las de "segundo". No había asistido a clase durante todo el año y, en septiembre, únicamente había aprobado matemáticas, creo recordar. Así que me mandaron a clases particulares con una maestra del barrio (de imposible más grata recordación). Fue la que "me descubrió" y me lo hizo saber. Y fue a los catorce, quince, que empecé a trabajar, cuando comencé a comprobar, y a convencerme, de que la profe tenía razón.
Recuerdo que en una ocasión, entre las constantes que, a este respecto, se fueron dando en mi vida, acudí a un psicólogo como paso previo para optar a una oferta de trabajo. Comenzó a presentarme imágenes del test de Rorschach. No sé si llegó a presentármelas todas. De pronto las interrumpió, me dijo no es necesario que continuemos, cogió el teléfono y, al tener comunicación habló: -Le mando este candidato para que lo entrevisten.
El dejar de participar activamente en el devenir vivencial fue lo que me ha hecho ser lo que soy. Lo que hace que, generalmente, me resulte insólito, no el hacer de los demás, sino la acogida que la sociedad le suele dar a algunos quehaceres de sus miembros.
Que "Sálvame" se ponga a gritar su nombre a gritu peláu. Oye, normal. Siendo quienes son, como son y lo que son, lo que ganan y cómo "trabajan" para ganarlo, ¡como para no gritar pidiendo continuar!
"Sálvame" pide firmas para ser declarado "bien de interés cultural".
Eso, yo, como imagino cualquier otro, lo entiendo. Una postura normal de seres humanos normales, pero oiga, que, "el aluvión de solicitudes tira su web en cinco minutos" sea una respuesta normal de la sociedad en que vivo...
Mejor en La Cadellada.
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