Trevín, un caballero
No es fácil escribir una carta cuando en ello corremos el peligro de que la pasión, a veces desbocada, nos haga incurrir en desmesuras rayanas a la adulación de los amigos o críticas próximas a la chabacanería en aquellos cuya conducta reprochamos.
Es lo que me ocurre en el reciente enfrentamiento que Roberto Santiago ha tenido respecto a mi amigo Antonio Trevín, a quien ha tachado de mentiroso y «bufón», con ocasión de las polémicas obras en El Bao.
Ante todo, Antonio Trevín es un caballero, un «hombre bueno» con el que se podrá discrepar, faltaría más, pero que nunca utiliza la injuria ni la descalificación personal en su hacer político. Quienes le conocemos sabemos de su entrega, compromiso y lealtad con el partido al que pertenece y, sobre todo, con los que compartimos su amistad.
Roberto Santiago, triste y lamentablemente, parece portador del mal de moda en los políticos jóvenes. Confunden el hacer político con el insulto y la falta de respeto a sus adversarios. Qué pena.
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