Banalidad de las campañas electorales
Cada vez conozco menos gente que decide su voto por una campaña electoral. Las campañas en general suelen ser épocas de "rebajas por liquidación" utilizando un símil comercial, donde los ciudadanos somos infantilizados sin ningún pudor. Incluso peor aún, se convierten en momentos de máxima crispación y cinismo. El ejemplo más palmario de todo este dislate lo personifica gente como la señora Ayuso. La labor de un partido, tanto si está en la oposición como en el gobierno, es sencilla de percibir a lo largo de un mandato, por lo cual la banalidad política de las campañas electorales nos la podríamos ahorrar y de paso, ahorrarnos crispación y oír majaderías y falsedades. Es más, introduciría en nuestras sociedades una forma de hacer y percibir la política más madura y responsable. Los políticos justificarían con su trabajo y sus logros a lo largo de un mandato, y no con soflamas incendiarias de última hora carentes de significado que representan un insulto a la inteligencia de las personas, su utilidad social. Los ciudadanos podrían sosegadamente, analizar ese trabajo y votar sin tanta presión mediática y demoscópica al candidato que mejor se adapte a su interés social y a su forma de pensar.
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