Bonos, bonos, bonos...
Bonos para la vivienda, para comprarla, para alquilarla...
Bonos para los que tienen bajos recursos.
Bonos para la electricidad.
Bonos para el gas.
Bonos para viajar.
Bonos para turistear.
Bonos para ir de museos.
Bonos para tablets,
Bonos para los jóvenes.
Bonos, para los viejos no, para los de la tercera edad.
Bonos para todo.
Bonos para todo dios.
Bonos y más bonos.
No sé quién se habrá inventado la fábula. Ya saben, digo yo que lo saben - Cuentico que deja una enseñanza.
Si en vez de fábula prefieres proverbio, que, para mí, viene siendo una fábula condensada, o sea, una fábula para gente de pocas palabras, pues me parece muy bien.
Algo de eso que todos hemos leído u oído en más de una ocasión: No le des un pez, enséñale a pescar.
Si prefieres el estilo confuciano: Enséñale a pescar y comerá el resto de su vida.
Otra expresión, también de diario, que tendrá tantos partidarios como detractores, pero que a mí muy poca duda me ofrece es la de: Nadie te da algo por nada.
Pienso que los detractores de esta afirmación lo serán porque solo consideran las donaciones materiales. Yo las considero al completo. Hasta cuando das una sonrisa, si no recibes otra a cambio, te consideras estafado. Y, por supuesto, queriendo o sin querer queriendo, el receptor va correspondiendo. Porque, ¿a quién no le gusta ser considerado un bien nacido? Y ya se sabe, los bien nacidos son agradecidos.
Así que, ¡venga bonos y más bonos! ¡Venga peces y más peces!
Y yo, será por lo de piensa mal y acertarás, o porque no necesito candil para ver lo que me arroja a la vista nuestro particular bonificador, del que no pienso mal sino peor.
El que muestra mala idea, no es que la tenga en singular, las tiene para dar y tomar. Y estoy seguro de acertar con su forma de pensar. No solo me van a agradecer, además los voy a acostumbrar a lo fácil para que no piensen y me lo pongan difícil. Por quienes me critican sentirán encono, ¡y mantendrán al menda en el trono!
Lo que es yo, como mis ojos son míos y no me gusta el pescado, miro para dónde he vivido y mirado.
De Venezuela, los buenos recuerdos ganan por goleada a los malos. Desde siempre, no he querido comer, solo para no morrer, sobre todo, yantar para disfrutar. Y nunca eché de menos algo que me apeteciera en los súper venezolanos. Vayan ahora y vean. Y, de paso, mira el hacer, si los bonos no te tienen cegato, del con apellido derivado del zapato. Mira también con quién comparte ideario, a ver si encuentras la rima con calvario.
Pongo la mano en la Biblia.
Después del punto y aparte que antecede a poner mi mano sobre el libro sagrado, suspendí la escritura para irme a votar. Dejé a mi mujer en un banco público cercano al lugar de votación y me fui a buscar donde aparcar.
Votamos. Y mientras conducía camino de casa, mi mujer me cuenta: cuando te fuiste, un matrimonio mayor vino a sentarse conmigo, ella a mi lado, y ya sabes cómo somos las mujeres. Me pregunta si ya había votado. Le digo que estaba esperando a que tú llegaras de aparcar el coche. Me dice que ya sabría a quienes iba votar. Le contesto que creo que sí. Ella se pega más a mí y me dice: vote a estos que nos lo dan todo.
Para qué seguir con lo que venía. ¿Un final más expresivo para esta mía? ¡Coño!
Menudo pescozón que he sentido en la memoria.
"El intento de asesinato de Rómulo Betancourt ocurrió el 24 de junio de 1960, durante la celebración del aniversario de la batalla de Carabobo. Mientras el presidente Betancourt se dirigía hacia el paseo Los Ilustres en Caracas, un carro bomba estacionado en la avenida Los Próceres estalló al pasar uno de los vehículos de escolta presidencial cercano al vehículo oficial. El atentado deja sin vida al jefe de la casa militar y a un estudiante, y deja con quemaduras generalizadas de primer y segundo grado a Betancourt, al ministro de la Defensa, a su esposa y al chófer del vehículo.
Las heridas recibidas por Betancourt le afectaron la vista del ojo derecho, con quemaduras en ambas manos y en el rostro".
Es que hay días... Qué o quién me habrá dictado esta hoy. Por allá se decía: No lo creerá, pero de que vuelan, vuelan.
Si fuera verdad y se dieran por aquí tan justicieras...
Marinín, qué más quisieras.
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