La Misión

29 de Noviembre del 2010 - Tania Pevida Colao (Oviedo)

El otro día estuve viendo la película de "La Misión" (Roland Joffé, 1986) y la escena que sin duda más me llamó la atención fue la de un español que agarraba a un niño indígena y lo zarandeaba mientras trataba de convencer a un cardenal de que aquel no era un ser humano terrorífico, me pareció sencillamente terrorífico. Y lo más terrible de todo es que esa escena fue real en las diversas colonizaciones a lo largo de la historia.

Y esa misma situación se dio una vez más de parte de los americanos (que anteriormente lo habían sufrido) cuando se encontraron con la raza negra.

Y una vez más se volvió a dar en pleno siglo XX en las entrañas de nuestra histórica, culta, artística, sensible y glamurosa Europa. En Alemania.

Y ejemplos como estos, por desgracia, hay muchos más. La historia se repite una y otra vez y no aprendemos. Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra ¿Dos veces? ¿Cuántas llevamos? Y la historia se sigue repitiendo una y otra vez.

¿Cómo es posible? ¿Cómo puede ser que aquel español de la película no viese en el pequeño indígena a un niño humano? ¿Realmente creía lo que estaba diciendo o simplemente le convenía creerlo? ¿Cuál de las dos posibilidades es más horrorosa? ¿De verdad Hitler y sus secuaces pensaban lo que afirmaban de los judíos? Se apoyaban en todo tipo de estudios y experimentos científicos con judíos de toda edad, sexo y condición, experimentos genéticos y médicos (¡cuánto le debe la actual investigación con células embrionarias al Dr. Mengele!)

Hitler y sus secuaces ¿quiénes eran realmente sus secuaces? Toda Alemania, toda Europa, todo el mundo que miraba a otro lado y callaba.

¿Y los pocos que clamaban para defender a los débiles? Los Jesuitas de la película que defendían la humanidad y la dignidad de los indígenas, los abolicionistas que defendían los derechos de los negros, y personas como Oskar Schindler que logró salvar a 1200 judíos del holocausto nazi. Estas gentes fueron tratadas como fundamentalistas, extremistas, intransigentes, traidores simplemente porque no iban a pactar con las tendencias del momento, no estaban dispuestos a ceder ni un ápice de la dignidad y los derechos de las personas a las que defendían, no había negociación posible: la esclavitud, el mercadeo y el exterminio de personas se tenía que abolir.

Y la historia se repite una y otra vezy cada vez con más crudeza, con más sangre, con más abominación y no terminamos de aprender la lección de que la vida es sagrada y que el fin nunca justifica los medios.

Hoy, los que no se consideran personas, los que no tienen derechos, los que son propiedad de otros, los que se utilizan como un mal menor, los que sirven de experimentos científicos son los niños no nacidos. Esos que deberían ser el futuro y la esperanza de la humanidad son exterminados sin ningún miramiento.

Y los que tratan de darles voz son los intransigentes, los talibanes, los fundamentalistas, los fachas ¿Cómo se juzgará esta civilización en el futuro?

Y la historia se repite una y otra vez.

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