50 años celebrando el Día del Medio Ambiente
El Día Mundial del Medio Ambiente es el principal vehículo de las Naciones Unidas para fomentar la conciencia mundial y la acción por el medio ambiente. Este día internacional se celebra cada año desde 1973 y se ha convertido en una plataforma vital para promover el progreso en materia de los aspectos ambientales de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
En Langreo este lunes han convocado desde el Consejo local de Solidaridad, con la misma demanda de la ONU, que este año ha puesto como tema central la contaminación por plásticos.
Por su parte Ecologistas en Acción otorga sus premios "Atila" y "Caballo de Atila" a las conductas más destacadas del año por su contribución a la destrucción del medio ambiente.
Este año han obtenido el galardón la Junta de Andalucía (Premio Atila) por su actuación en relación a los regadíos ilegales de Doñana, y la Junta de Extremadura por su ley que pone en duda la propia existencia de las ZEPA extremeñas para salvar la urbanización ilegal de Valdecañas (premio "Caballo de Atila").
Por otro lado, la Coordinadora Ecoloxista d'Asturies lleva entregando 30 años la llamada "Bullada de Purpurina", "galardón" que reconoce la labor y acciones de las empresas, instituciones y/o administraciones que más han destacado en contra de la conservación de la naturaleza y el medio ambiente asturiano. A final de año tal "premio" le fue otorgado al vicepresidente asturiano Juan Cofiño, con una dilatada historia en contra de las condiciones medioambientales y de salud de los asturianos.
Con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente plataformas vecinales en defensa de otro modelo energético y grupos ambientales asturianos han convocado mañana, domingo, en la sierra de Bobia, en los Oscos, con el lema "¡Renovables, sí, pero no así!".
El 5J es otro día para reivindicar una educación ambiental que ayude a reflexionar a la sociedad acerca de los desafíos a los que estamos sometiendo al planeta.
Un día para reclamar invertir en una gestión sostenible, en conservación, en el fomento de nuevos modelos ecosociales, es el momento de apostar por la ciencia.
Desde lo más local a lo más global, desde el barrio, la fábrica, la escuela, hasta los bosques primarios amenazados por el extractivismo depredador, desde el cambio de hábitos de consumo hacia lo responsable, al cambio de modelo energético global con energías limpias, y con aprendizajes mutuos con los pueblos y naciones (por ejemplo, las comunidades indígenas) que consideran a la Tierra su Madre, y por lo tanto merecedora de todos los respetos, cuidados, protección y mimos.
Y para ello, para acompañar lo que estos pueblos originarios están haciendo hace miles de años en millones de kilómetros cuadrados de territorios, preservándolos, haría falta asimismo hacer cumplir sus propios derechos como pueblos, tal como indica otra declaración, desde 2007, la de los Derechos de los Pueblos Indígenas del Mundo, o la más reciente de Derechos del Campesinado de 2018, cuyas prácticas de agricultura campesina contribuyen también a "enfriar" el planeta en vez de destrozarlo como hace la agricultura industrial intensamente contaminante.
El negacionismo del desastre climático tiene su poder corporativo en las industrias más contaminantes, y su único interés es preservar privilegios de las industrias de combustibles fósiles, del armamentismo, del extractivismo en general, mientras que otra economía, sustentada en la lógica limpia de energías renovables, con mayor capacidad de creación de empleos y de sostenibilidad futura, van cambiando el panorama, que debiera ir acompañado asimismo de nuevas formas de economía, social, solidaria, de control popular cooperativo, que impida que las mismas u otras corporaciones sigan manejando a su antojo y beneficio el futuro de la humanidad.
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