Masterchof
Las semanas comienzan con múltiples jóvenes sentados frente a una pantalla para poder ver un programa en el que se realizan verdaderas virguerías en lo que a la alimentación respecta.
Si les ayuda a luchar por un sueño, me considero defensora de programas que fomenten el entusiasmo por lograr objetivos.
A mí personalmente pueden llegar a entretenerme, sí, pero no precisamente por el placer gastronómico.
Aire de boniato, espuma de zanahoria en su sifón correspondiente, esferificaciones de espinacas, sepia a baja temperatura...
No desmerezco en absoluto el trabajo de nadie. Cada persona es libre de elegir su profesión y luchar por su vocación.
Sin embargo, considero que muchos de estos profesionales o amateurs deberían ir a hacer la compra día a día, viendo lo que les rodea y las colas del hambre que hay por las calles.
Benditas madres y abuelas que nos enseñaron lo que es una comida normal, esos pucheros, esos purés de verduras, esa buena tortilla de patata.
Me gustaría que existiesen más másters en la vida, más humildad y más conciencia social.
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