Rea sin delito
Si nombro a Juana Lazo Díaz, no les dice nada. Un nombre y apellidos más entre tantos otros. Mujer peruana, de 74 años, nacida el 14 de febrero, día de los enamorados para más inri. Su casa, cercana al penal de Lurigancho, es, o mejor dicho era, una finca familiar heredada en la cima de una colina al este de Lima donde Juana lleva toda una vida. El afinamiento de los presos en la cárcel cercana a su casa hizo que “apresaran” su finca como parte de la ampliación del mismo, y de la noche a la mañana, Juana vive en la cárcel sin haber cometido delito, sin comerlo ni beberlo, con un permiso especial del director de la cárcel para poder entrar y salir de su propia casa a la hora que sea y cuantas veces quiera. Ahora eso sí, si quiere recibir visitas tiene que pedirlo con antelación y con autorización revisada del propio director por lo que hace que a Juana no la visite nadie. Así lleva 27 años, encerrada en su propia casa. Historia surrealista donde las haya, pero real como la vida misma y parecida a las que viven tantas mujeres hoy en día en sus domicilios conyugales con una pareja controladora y dominante que les anula la mente y la libertad, aunque sus ventanas no tengan barrotes. Y es que, en verdad, la realidad supera la ficción.
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