Universitas ad libitum
La Universidad forma a profesionales. Nadie se hace filósofo para saber de filosofía, sino para hacer filosofía. En este sentido recuerdo la reflexión de una compositora: «Hay grandísimos intérpretes que nos traen el sonido de hace siglos, pero también es preciso crear sonidos nuevos de ahora». La Universidad, aparte de profesionales, debe crear personas excepcionales e innovadoras: ¿tiene planteado la Universidad un triple grado en Física, Historia y Filosofía para ver de formar a un nuevo Thomas S. Kuhn, o un pentagrado en Matemáticas, Zoología, Filosofía, Cibernética y Psicología cognitiva, para ver de formar a un futuro Norbert Wiener? Nada tendría que plantearse si fuese una Universidad opcional, de elección y orientación, con cursillos que irían realizando los alumnos a un ritmo de cuatro o cinco cada semestre.
Para esto el Ministerio de Universidades debe ir a una innovación modular mediante cursillos que incorporen los módulos formativos precisos. Habría una selección rigurosa para entrar a cada cursillo, o bien se entraría directamente disponiendo de una orientación oficial desde el cursillo anterior (de no superarse un cursillo la orientación oficial sería a repetirlo). Cada cursillo sería impartido por un solo docente con un estándar de duración de 2 horas diarias seguidas cuatro días a la semana por cada grupo de los dos a los que impartiría el docente (los mismos contenidos en ambos grupos cada día). Los viernes habría tutorías conjuntas o aclaración de dudas y, el sábado, se organizarían eventos culturales. Esta Universidad opcional solo puede ser real creando una estructura flexible y abierta de cursillos (con sus ECTS). Lo que además facilitaría su realización a todo lo largo de la vida. No sería complicado, solo una decisión política. Ya que una asignatura tradicional puede reconvertirse en uno o varios cursillos.
Antes solo se hablaba latín en la Universidad, lo que permitía a todos hablar y entenderse, pero ahora una IA con traducción simultánea puede lograr lo mismo: todos hablan y todos se entienden en su mismo idioma. De esta forma se poden programar cursillos o clases magistrales de un profesor de ámbito mundial sin importar el idioma, y asistir a ellas alumnos desde cualquier parte del mundo. Sería una Universidad a gusto de todos que, de alguna forma, ya está en la nube enseñando a las IA, y estas a discentes. Pero, en caso presencial, facilitaría relaciones personales, y el intercambio de ese conocimiento holístico tan necesario. Estas relaciones universales podrían cambiar nuestro futuro incierto actual, como ya ocurrió en Europa con la peregrinación a Santiago de Compostela de Alfonso II el Casto instaurando ríos de gente: ¿seremos capaces de plantear tal peregrinación “ad libitum”, y a placer, de personas y conocimientos?
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