Escoger el bien contra viento y marea
Lo que Ortega y Gasset consideraba poder de las masas es ahora el poder sobre el control que induce, alecciona, controla, y dirige las masas. Dentro de poco ese poder será manejado desde la inteligencia artificial con toda impunidad por las grandes compañías, administraciones o gobiernos. Me decía un joven amigo hace unos meses cuando vino a pedirme que dijese unas palabras en el funeral de su madre, que a su hija de catorce años le obligaban en el instituto a leer y considerar un libro de contenido homosexual. Habló con la profesora suponiendo que la niña podía escoger otra lectura, como un clásico, por ejemplo, y la respuesta fue artificial: no.
Nada de valores cristianos o de conciencia personal (1 Corintios 6:9,10). La corriente del río artificial ya está llegándonos a la garganta. Habrá que nadar con un esfuerzo independiente titánico para salir a la orilla libre. Esa es la orilla donde uno se para y se cuestiona si lo que se le propone, o a lo que parece abocado, le interesa o no, e incluso si se le hace difícil escoger, entonces tendrá que comprar tiempo vital para estudiar, reflexionar, y considerar si eso es bueno o malo, si lo somete o lo libera, si le ayudará a crecer como persona, es decir, si le aportará valores morales, éticos, cualidades apreciables que guían el correcto comportamiento humano, o será engullido, sometido por los intereses de quien domine la inteligencia artificial, la que no requiere conciencia humana.
Allí en el cementerio, recordé la cita de 1 Juan 2:16,17: “Porque nada de lo que hay en el mundo -los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la ostentación de las cosas que uno tiene- proviene del Padre, sino que proviene del mundo. Además, el mundo se está yendo, y sus deseos también, pero el que hace la voluntad de Dios vive para siempre”. ¿Dónde?, ¿cómo?. “Los justos heredarán la tierra y vivirán en ella para siempre” (Salmos 37:29). ¿Justos artificiales o justos según la naturaleza de nuestro origen?. “Y creó Dios al hombre a imagen suya” (Génesis 1:27). En el reino de Dios no cabe la inteligencia artificial, ni la justicia artificial, ni nada que nos haga perder la justicia inherente al ser que proviene de Dios. Esa esperanza nos dará fuerzas para nadar contra corriente mientras tanto.
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