No hay peor ciego...
Es lógico que exista cabreo con alguna clase política, después de ver y oír cómo pierden el tiempo en dimes y diretes sobre cuestiones que no resuelven los problemas reales de la gente. Tenemos la cesta de la compra con unos precios muy altos, donde a raíz de la pandemia más la guerra en Ucrania y el oportunismo capitalista de “a río revuelto” aumentan los beneficios a costa de los bolsillos de los consumidores; igual que ocurre con los combustibles, que baja el petróleo pero los precios no lo hacen al mismo nivel. Yo soy de los que cree que el Gobierno podría hacer más en pararles los pies a “estos especuladores”, pero las presiones de los medios dan alas a los buitres financieros y a los defensores del libre mercado de la oposición.
Hemos pasado un año duro, por las tarifas de la luz que se ha comportado como un auténtico “impuesto revolucionario” en toda Europa, hasta que consiguieron la excepción ibérica -en contra de la derecha- más bajadas de impuestos, pero ya está avisando Bruselas que se deben eliminar las ayudas. Vista la posición del PP y su socio con los impuestos al sector eléctrico y la banca, seguro que nos volverán a sangrar con las facturas de energía el próximo año.
La sanidad pública está lenta, a pesar de los esfuerzos de los sanitarios y la inversión de recursos que se hace en comunidades como Asturias. A veces me pregunto si están bien utilizados los Presupuestos o existe un problema de organización que atasca el sistema. Pero lo que tengo claro es que un Gobierno del PP -con o sin Vox- no va a mejorar la situación; todo lo contrario, retraerá recursos públicos para potenciar la sanidad privada como están haciendo en Madrid.
Después de una larga travesía de congelación de las pensiones, conseguimos levantar cabeza con el pacto de sindicatos y Gobierno aplicando nuevamente el IPC, quitando el factor que reducía las pagas en función de la esperanza de vida y volvemos a llenar la “hucha” de 65.000 millones que vació M. Rajoy. Sería lamentable que regresáramos a los años oscuros por votar nuevamente a los que solo piensan en rebajar y privatizar las nóminas de los pensionistas. Las mínimas siguen siendo bajas, porque nunca se preocuparon de subirlas por encima de la media.
Necesitamos desarrollar y fortalecer la ley de la Dependencia porque somos una población cada vez más envejecida. El hachazo que le pegó el PP recortando 2.800 millones no hace prever que, si gobiernan, mejore la atención a los mayores en sus domicilios y creen nuevas plazas públicas en residencias.
En definitiva, que “no hay peor ciego que el que no quiere ver”, pero tenemos los jubilados, jubiladas y pensionistas serios motivos para no volver a caer en manos de los que entienden los temas sociales como un negocio y no un derecho. Por nuestro presente y por el futuro de los que vienen detrás.
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