El requisito de un buen palmito
Nunca se olvida a los compañeros de estudio del colegio. A los empollones, a los voluntariosos, a los balas y a los listillos. Y entre estos últimos siempre había algunos que destacaban entre todos porque aprovechaban todas las oportunidades para aprobar sin dar ni clavo. Solían ser unos tipos simpáticos, que caían bien, que no eran especialmente inteligentes pero que sacaban adelante los cursos utilizando hábilmente sus herramientas. No sé cómo se las arreglaban porque sin trabajar demasiado y sin ser brillantes obtenían siempre buenos resultados.
En la Universidad, sin embargo, empleando las mismas armas se las veían y se las deseaban para no fracasar y para terminar los estudios, lo que no siempre conseguían.
Este tipo de personas se suelen dedicar a la política porque disponen de un encanto natural vacío de contenido que los encargados de hacer la selección deben tener muy en cuenta.
Son ellos, los más listos de la clase, que pueden llegar lejos sin demostrar nada, como hacían en el cole, y que suelen hacer carrera en política porque no se les exige ningún requisito extraordinario salvo disponer, en todo caso, de un buen palmito, que no paran de lucir hasta que se les ve el plumero.
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