Vanidad de vanidades y todo vanidad
El humilde y santo varón presidente del Gobierno dice estar “harto de palmeros”, cuando Moncloa es un microcosmos donde se alaba en todo momento al Jefe y nada se le discute.
Todos son palmeros que le jalean entre empujones y atropellos, esperando su parte del pastel, aunque sean migajas, y meterse en las listas como si tratarse fuera del Arca de Noé, pero Sánchez, vaya por Dios, está harto y señala a los culpables; primero a los votantes de los que dijo que habían sido “injustos” por no votarle, y seguido a los “palmeros”, de los que está harto.
Uf, algo debió romperse en el viaje del Presidente a los EE UU, con dos minutos de conversación con Biden en un sofá y una ridícula rueda de prensa en un aparcamiento. Ni una entrevista más, ni una sola foto con influyentes.
No, el futuro de Sánchez ya no está en la Moncloa y hay veces en la vida en las que “cargarse” a personajes alterados y confundidos, más palmeros y paniaguados, se antoja una emergencia nacional, incluso cuando los grandes derogadores que prometen derogar todo no van a derogar nada, pero una emergencia es una emergencia, aunque solo sea por salud democrática.
No por mentirnos, no por la malversación de los ERE de Andalucía, no por los indultos a golpistas, no por el fiasco del Sahara, no por su sociedad con Bildu, no por otros muchos etcéteras.
Sánchez ha usado sus cartas, legales y alegales, y ha conseguido ganar alguna que otra partida, pero los ciudadanos han hecho saltar la banca y exigen celebrar su particular “día de la purga”; la fecha la ha puesto él, 23 de julio.
Historia tan delirante nos remite al final del espléndido soneto cervantino, siglo XVI, dedicado al túmulo del rey Felipe II en Sevilla, con dos versos inmortales: “Caló el chapeo, requirió la espada, / miró al soslayo, fuese y no hubo nada”.
Actualizado al siglo XXI sería como decir:
-¡María, que se te están pegando las lentejas!
-¡Déjalas que se maten!
Pues eso, adiós al bluf de Sánchez y al súper bluf de Podemos, y hola a las incógnitas bluf de Yoyolanda y minibluf de Feijóo.
Me gustan estas versiones refrescantes de nuestra problemática existencia diaria.
Humor con un aguijón en la cola, eso es lo que necesitamos mucho más.
El humor es para nosotros; el aguijón en la cola es para nuestras “autoridades” y “representantes”, y espero que realmente duela. ¡Qué tiempo para estar vivo!
Saludos cordiales.
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