Gilipollez surrealista
Nací en el año 1954 y por ende, hoy por hoy, me considero un poco desactualizado en las formas actuales de celebrar, hasta la saciedad, cualquier coincidencia anual por el simple paso del tiempo u otra circunstancia. Se podría decir que mi sentido racional explota cuando comprueba, por ejemplo, la agenda de mi hija (que tiene una niña de 5 años) y la ve saturada de celebraciones por fiestas de cumpleaños, propios, de compañeros de clase, de primos, de padres y madres, de tíos, de abuelos... Es fácil pensar que, en la educación de estos niños, y no tan niños, se ha destruido la "capa de ozono social" entre tantos agentes contaminantes lúdicos y festeros que la agreden. No quiero ser agorero, pero habría que tomar medidas del estilo del Protocolo de Montreal (que fue uno de los acuerdos medioambientales que aún nos mantienen de pie sobre la corteza terrestre). De esta manera, se protegería a esta sociedad de tanta gilipollez surrealista. Lo siento, pero no he podido aguantarme.
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