Llora Jovellanos
Ya han llegado a Gijón las primeras consecuencias del 28 de mayo: Carmen Moriyón ha aceptado la entrada de Vox en el gobierno municipal a cambio de su apoyo en la investidura. "Bueno, es una concejalía de Festejos". Es más que eso. El pacto Foro-Vox implica la entrada de la extrema derecha en el gobierno de la ciudad más poblada de Asturias, con todo su marco ideológico. ¿Es solo culpa de Foro? "No tenemos nada que pactar con un partido que puso la cara de nuestro secretario general en unas vallas con la boca tachada", afirmó la nueva alcaldesa hace unos meses. Moriyón ha traicionado su palabra de forma vergonzosa, pero para mí hay otro actor que tiene una responsabilidad ineludible en este desastre, y es el PSOE. Una vez que, tras las elecciones, la alianza Foro-PP concentró en Gijón más del 45% del voto y sumó más que toda la izquierda junta, el PSOE debió reconocer su derrota y facilitar la Alcaldía a Carmen Moriyón con la condición de que esta no pactase nunca con Vox. Solo les costaba prestar un voto. En lugar de eso, el PSOE se enrocó en que había sido la lista más votada y que, puesto que Foro y PP no reunían la mayoría absoluta necesaria para desbancarlos, les correspondía a ellos la Alcaldía. Perdonen por la brusquedad, pero ¿alguien cree verdaderamente que los ciudadanos siguen comprando el argumento de que debe gobernar la lista más votada, más allá de los incondicionales del partido de turno, según cuando le convenga a cada uno? Vivimos en un sistema parlamentario, no presidencial, y los pactos son legítimos. Ser la lista más votada no significa haber ganado las elecciones, máxime cuando la ventaja sobre Foro fue de menos de 400 votos y el PSOE obtuvo, en Gijón, 9.000 votos menos en las elecciones municipales que en las autonómicas.
La postura del PSOE fue cobarde desde el principio, desde que la militancia forzó un cambio de candidato para desmarcarse de un equipo de gobierno impopular y fingir que la cosa no iba con ellos. En mi humilde opinión, Ana González debió ser la candidata a las elecciones. Gran parte de su proyecto resultó tremendamente impopular: pues sí, y quizá en vez de 9 concejales hubiera sacado 7, pero en política uno debe ser coherente con sus ideas y cada partido, al designar a su candidato a la Alcaldía, ha de ser consciente de las responsabilidades que conlleva.
¿Qué beneficio saca el PSOE al no facilitar la investidura de Moriyón? La consecuencia principal es la misma, que pierde la Alcaldía de Gijón. En segundo lugar, Vox entra en las instituciones, y con esto el PSOE tal vez aguarda sacar rédito electoral, esperando a que la armen con algunas declaraciones polémicas que con razón tacharán de vergonzosas para reprochárselas a Moriyón. Algunos dirán que no es para tanto, que igual solo cuelgan unas cuantas banderas de España, promocionan los toros como nunca, niegan el cambio climático y la violencia de género, cambian las siglas del FICX a FICG y sueltan algún comentario contra los inmigrantes. ¿Saben? Yo no soy gijonés, pero como asturiano me parece una vergüenza que la actitud de mal perdedor del PSOE, la hipocresía de Foro y la connivencia del PP abran la puerta al gobierno a la extrema derecha. ¿Por qué me indigna tanto? Porque Vox es un partido nacionalista (sí, existe el nacionalismo español). Porque tiene un programa económico ultraliberal, que conllevaría una desigualdad galopante y la aniquilación del Estado social. Porque es un partido contrario a nuestra autonomía política. Porque es un partido con una retórica peligrosa que lanza bulos contra los inmigrantes con pocos recursos. Porque es un partido que rehúye la ciencia. Porque es un partido con posturas sociales rancias que coartan la libertad. Porque es un partido de extrema derecha con cuya ideología no se identifica, en realidad, casi nadie, y que únicamente cosecha votos movidos por el odio o la ignorancia, con propuestas vagas pero con las que todo el mundo está de acuerdo en abstracto, como sacar el dinero de no se sabe qué chiringuitos para dárselo a los autónomos. Es un anzuelo urdido con mentiras que esconde la turbia ideología que hay detrás. A lo largo de la historia lleva sucediendo lo mismo y hay cientos de ejemplos que no hace falta nombrar.
Necesitamos una clase política ejemplar que haga frente en bloque a esta amenaza desde todos los partidos. Como dijo la brillante política francesa Simone Veil, que formó parte de gobiernos de derechas en su país y de la que no han oído hablar ni Foro ni el PP: «No se debe jamás, a ningún precio, hacer alianzas con la extrema derecha». ¡Aprendan! Nunca demos por hecho la democracia o nos arrepentiremos el día de mañana.
Alberto Busto García
Avilés
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