Ya no valen paños de lágrimas
Se ha consumado en nuestra ciudad el golpe institucional que se viene fraguando desde hace meses a nivel nacional, con la llegada de Feijóo a liderar el PP y apoyarse en la extrema derecha para conseguir gobiernos municipales, autonómicos e incluso el nacional. Es un acontecimiento de tal relevancia que solo los años futuros nos demostrarán las consecuencias nefastas de este paso para la democracia. Sí, ya sé que es un partido más elegido en las urnas, pero su ideario y sus formas suponen un retroceso en derechos y libertades que ni el Gobierno de Aznar se atrevió a ejecutar.
Pero para más “inri” es que entran en Xixón (ya no se podrá escribir así) de la mano de Foro, partido que huía como gato del agua de las iniciativas del PP y se presentaba como regionalista y de centro. Menos mal, porque en este vuelo ha perdido todas las plumas del urogallo y de la paloma de la paz. Han blanqueado y permitido que las consignas más retrógradas y reaccionarias de los años cincuenta sean leyes en la capital de la Costa Verde, ciudad de tradición industrial y obrera, cuna del movimiento sindical que abanderó muchas luchas contra la reconversión y ejemplo estatal de políticas sociales y de igualdad.
La alcaldesa repetidora, que se presentó prometiendo hacer todo lo que no había hecho en ocho años anteriores de mandato, dando la razón a todo el mundo y diciendo que con Vox nunca pactaría, pasará a la negra historia asturiana como la que abrió las puertas del primer Ayuntamiento regional a las políticas de negar los asesinatos de mujeres, bajar los impuestos a los que más tienen para reducir las ayudas sociales a los que no tienen nada, permitir las circulación plena de coches por el Muro, ¿quién los echa de menos?, en una ciudad contaminada, exaltación de los valores rancios en las fiestas de la villa y regreso de los toros a la plaza con la música de los mejores pasodobles para amenizar el verano al turisteo.
Todo esto por mandato de los electores -aunque no es la más votada- que como los clientes siempre tienen la razón, pero también ayudados por una campaña absurda y muy poco inteligente del partido que siempre tuvo a gala: socialismo igual a “gijonismo”. Deben hacérselo mirar, porque lo ocurrido es de una trascendencia política muy seria que sufriremos al menos cuatro años. La pieza a abatir era ese concejal izquierdoso que quiso hacer de Gijón una ciudad moderna, más peatonal, ordenada en su movilidad y con un río más limpio para todos, que no fuera solamente el vertedero de aguas arriba ni el estanque privado del club de la jet set gijonesa. Querían matar dos pájaros de un tiro y les salió por la culata. Triste consecuencia para los demócratas de esta hermosa ciudad.
Como ahora ya no valen paños de lágrimas ni apósitos para curar las heridas, solo nos queda reflexionar y rectificar. La primera oportunidad la tenemos el 23 de julio en las elecciones generales. A ver si conseguimos enderezar un poco el rumbo de esta nave escorada a la derecha y frenar la galerna que asoma por el Cantábrico. ¡A por ello!
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