El asunto es escribir
Un folio en blanco es una puerta para la imaginación. Es algo que, en principio, no tiene nada, está vacío, pero activando las neuronas puede narrar desde la más bella carta de amor hasta dar náuseas con el más hiriente manuscrito sobre una cama. Un niño puede dibujar a su héroe favorito para el concurso del colegio como servir de muestra en un juzgado en un peritaje grafológico para identificar al autor de un anónimo. Escribir es el hecho de plasmar en la caja mágica que todos llevamos dentro, nuestra mente, lo más inverosímil, variopinto y asombroso. Es el folio en blanco el que deja rienda suelta al infinito inconsciente, creando en el lector un remolino de emociones. Un blanco de folio parecido al hueco que encontramos en el correo electrónico en apartado "asunto" y que, en ocasiones, queda corto para resumir lo que llevamos dentro y luego contaremos en mensaje. El tema es que parece que entre los jóvenes ha vuelto la moda de escribir cartas a los amigos en los cumpleaños o aniversarios con esa insufrible actualización de grafismos. Aquí de lo que se trata es no perder la costumbre de pedir unos folios a tu madre, que gustosamente te va a dar, para olvidar por un rato las teclitas del móvil. Escribir es desahogo, es desnudar el alma para hacer más magia con un bolígrafo entre los dedos que un prestidigitador en un escenario. Por eso las papelerías y librerías de nuestro país estarán siempre llenas de fascinación. Escribir, ese es el asunto.
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