Nadal y Álvarez, dos tenistas singulares
Mientras recibía un masaje para aliviar mi codo, el fisioterapeuta me hizo la pregunta del millón. Quería saber si me inclinaba por Federer, Djokovic o Nadal, como el mejor tenista de todos los tiempos.
Le dije a Jorge que si me lo hubiera preguntado dentro de quince años no tendría ninguna duda de que ese lugar lo ocuparía Carlos Alcaraz, porque domina como ningún otro, a pesar de su juventud, todas las facetas del juego, y porque su carácter, su determinación y su personalidad le han convertido en un fenómeno con solo 20 años y le permitirán batir todos los récords y retos que se ponga por delante, como ha vuelto a demostrar este fin de semana ganando su primer torneo sobre hierba en Queen's y recuperando el número uno del mundo.
Desde que el joven tenista murciano apareció en el circuito ATP, parecía inevitable etiquetarle como el sucesor natural del gran Rafael Nadal, pero la realidad ha demostrado que son dos jugadores muy diferentes y que, por tanto, hay que darles el tratamiento que le corresponde a cada uno.
Alcaraz está llamado a ser considerado con el paso del tiempo en el mejor tenista de la historia, un extraordinario mérito por el que hay que felicitarle de antemano y desear que se cumplan las previsiones que le sitúan en lo más alto a largo plazo.
Y felicitarnos todos por haber disfrutado durante tantos años de Rafael Nadal, un deportista de otra dimensión y una persona excepcional, irrepetible, tanto por sus triunfos como tenista como por su actitud dentro y fuera de las pistas. Un modelo a seguir por las futuras generaciones de deportistas de cualquier disciplina.
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