Pepín el Asturiano, el Niño de Castropol
Pepín quería ser torero. Decía que España era tierra de toreros y, aunque la mayoría eran de Andalucía, en Asturias, en Castropol, en Vilavedelle, no íbamos a ser menos, y un torero no es de donde nace, sino donde se hace, y si los de Bilbao podían ser toreros, por qué no nosotros, los de Castropol, que también tenemos ría y un astillero.
Pepín, con 5 años, quería practicar para ser torero, pero en la escuela nacional la maestra doña Isabel, de la farmacia de don Julio "da Veiga", no sabáa nada de toreo ni de toros.
Para enseñarle a Pepín los lances de la tauromaquia solicitamos la ayuda de Horacio de la casa del Sol, pues hizo la mili en Córdoba en el regimiento de caballería y allí se relacionó con toros de la dehesa y con toreros como Manolete y su famosa manoletina.
Horacio, aunque hacía mucho tiempo que hiciera la mili, aceptó de buen grado y puso todo su saber a nuestra disposición.
En mi casa teníamos una oveja que "turraba", pero no "turraba" poco, no, cuando estabas descuidado de espaldas, llegaba por detrás y te daba en el culo y "cuerpo a tierra". También es verdad que le enseñábamos desde pequeña a "turrar" al ponerle la mano en la frente.
Quedamos con Pepín y Horacio que comenzaríamos las clases para ser torero en el campo de la capilla por si había algún percance grave y usaríamos la oveja como si fuera un toro y así ir avanzando.
Antes de enfrentarse Pepín al toro (perdón, a la oveja), Horacio, el profesor, lo mantuvo en la sala de casa practicando toreo de salón una semana, porque un buen torero tiene que dominar todas las técnicas.
A la semana siguiente le buscamos a Pepín una chaquetilla, unos pantalones dos tallas menos y le dijimos que se vistiera de luces y trajera una muleta.
Pero Pepín no era "abondo" y al día siguiente apareció con la chaquetilla y el pantalón, sí, pero traía colgadas en la cintura dos bombillas fundidas y una muleta de su tío paralítico.
Una vez quitadas las bombillas y cambiada la muleta por un retal rojo nacional, ya estaba Pepín en condiciones de enfrentarse al morlaco (perdón, a la oveja).
La oveja, que habíamos pintado de galipota para que pareciera un toro, miró a Pepín con instinto asesino y "escarrapateando" con las patas delanteras tomó "guiñada" y se dirigió hacia el torero.
Pepín, con el retal rojo nacional en el pecho, recibió al morlaco (perdón, a la oveja) a porta gayola.
La oveja le dio al torero, a Pepín, en toda la ingle, con afectación del testículo izquierdo, provocándole un hidrocele y posterior paso por el quirófano.
Se suspendió la corrida, indultamos al toro (perdón, la oveja) y no devolvimos las entradas porque tampoco las habíamos cobrado.
Pepín, durante su convalecencia, reflexionó sobre las ganas que tenía de ser torero y decidió que, quizás más tarde, cuando fuera mayor, intentaría ser torero y en el cartel figuraría: Pepín el Asturiano, el Niño de Castropol, dando la alternativa a otros toreros de Asturias.
Pepín, después de trabajar en Figueiras en el astillero durante unos años, se trasladó a Gijon, que también tienen astillero y un río (el Piles) que es más pequeño que nuestra ría.
Esta semana salió el cartel de la feria de Begoña en Gijón y aparece el maestro Manolete dándole la alternativa a: Pepín el Asturiano, el Niño de Castropol.
En Gijón están contentísimos, y en Castropol no te digo.
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