Debemos hacer un ejercicio de memoria
La democracia está basada -al menos formalmente- en la opinión del pueblo y sus decisiones, delegadas en las urnas a sus representantes cada cuatro años. Por eso se la considera el régimen más aceptable, ya que permite refrendar o corregir los resultados de la legislatura anterior. Eso es lo que vamos a hacer el próximo domingo 23 de julio: aprobar el Gobierno de coalición actual o cambiarlo por otro de signo contrario. Para ello debemos hacer un ejercicio de memoria de lo ocurrido desde que tomó posesión:
Marzo 2020: Se declara el estado de alerta por pandemia de covid-19. Septiembre 2021: Se produce la erupción del volcán en la isla La Palma provocando un desastre medioambiental. Febrero 2022: Se produce la invasión de Rusia en Ucrania con el inicio de una guerra entre los dos países que todavía perdura.
Cualquier análisis riguroso de la acción del Ejecutivo debe considerar los graves acontecimientos a nivel mundial que han incidido en el coste de las materias primas, carburantes y energía; amenazas de miles de despidos; confinamiento de la ciudadanía en sus casas y miles de muertos en las residencias de mayores; subidas brutales de precios en los productos básicos; especulación de la vivienda...
Pues, a pesar de todo, tenemos una situación favorable dentro de la Unión Europea con la inflación más baja (3,2% contra 6,1% de Alemania, 5,1% de Francia o 7,6% de Italia). Los precios de la luz debido a la excepción ibérica son de 129 MWh y no los 411 MWh de Francia por ejemplo. El empleo sigue creciendo, llegando hasta casi 21 millones de cotizantes y desmintiendo a los que anunciaban una hecatombe con la subida del SMI a 1.080 o criticaban aumentar el 8,5% las pensiones.
Por la parte de los que se presentan como salvadores de la patria y alternativa de gobierno, PP/Vox, que tanto monta a la vista de los pactos municipales y autonómicos, solo tenemos un balance "negacionista": no apoyaron las medidas de confinamiento durante la pandemia, rechazaron la excepción ibérica para bajar la energía, votaron contra el impuesto a la banca y las energéticas, dijeron no a la reforma laboral y la de pensiones prometiendo derogarlas. Pusieron todos los palos que pudieron en las ruedas para salir de la crisis, desprestigiando al Gobierno de coalición en Bruselas para que no se transfirieran los fondos europeos al pueblo español.
Ya sé que lo importante es acabar con el "sanchismo", que no cuenta con el beneplácito de los poderes económicos, mediáticos o la vieja guardia del PSOE. Pero lo que está en juego es algo más serio: un modelo social de país para mejorar la vida de las clases trabajadoras o seguir llenando los bolsillos de los ejecutivos del Ibex-35 y de los apellidos ilustres herederos del franquismo. ¡Que no nos engañan!
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