La religión de Pedro de Silva
No hay nada tan respetable como que cada uno pueda manifestar y defender sus ideas, como Pedro de Silva (político no en activo, pero activo) hace con las suyas. Y aprovecha su prédica diaria para, con pulcritud, cuestionar las conductas ajenas aparentando reflexiones neutrales, aunque sea enfatizando lo negativo de los otros y lo positivo de los suyos. Y debe resultar apasionante verse a sí mismo imparcial sin serlo, especialmente en tiempo electoral, que es cuando su pulcritud arrecia. Y traducido en votos eso, en Gijón, ha de tener un valor matemático nada despreciable, porque para hacerse el visto e impartir su religión, como él la denomina (“Votaría a Yolanda pero mi religión no me lo permite”), dispone del mejor escaparate en la primera página del medio más leído, todos los días de cada año, y ya van unos cuantos años, y para tropezártelo no precisas abrir el periódico ni ponerlo del revés (a los grandes columnistas de la prensa escrita se les suele “relegar” a la última página, que no es moco de pavo, y no das con ellos sin un previo volteo de 180, así que si quieres leerlos estás obligado a ir a su encuentro). Pero en este caso se te echa encima y solo puedes evitar que te atropelle haciéndote a un lado. Caso curioso y probablemente exclusivo, quiero decir único, y que seguro que tendrá contentos a los fieles de otras religiones.
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