El galimatías LGTBIQ+
Creo que ustedes en el fondo tienen muchos prejuicios y complejos con vuestra propia decisión. Todo ello (todo ese orgullo) pertenece al ámbito privado, íntimo y personal, convertirlo en folclore callejero y escaparate publicitario solo muestra vuestra propia indefinición.
El orgullo es otra cosa, es no sentir la necesidad de que los demás nos acepten tal como somos o deseamos ser. Ustedes buscan la aprobación de los demás en algo que solo les corresponde a ustedes aceptar y disfrutar.
Hay algo que no comprendo: ¿hay necesidad de meter a los niños en todo ese carnavalesco pasacalles? No interpretan que los niños son y serán lo que ven. Son frágiles y moldeables. Creo que al Estado le corresponde proteger la educación de nuestros niños, no pueden ser reos (si así fuera) de desaprensivos, tarados o adictos a lo que sea.
Un profesor (José Errasti) de Psicología de la Facultad de Oviedo lo dijo por este medio: “Empieza a ver un ‘boom’ de personas que se arrepienten de haber cambiado de sexo. La idea transgenerista se está colando en las escuelas de forma completamente masiva, sin criba, y eso es un problema”.
Si tenemos profesionales preocupados y preparados como este profesor, por qué dejar en manos de inexpertas este tema tan peliagudo. Recuerdo un chico que era mujer diciendo que si hubiera tenido asesoramiento profesional en su día se hubiera evitado un sufrimiento irreversible del que padece. Por ello, debemos dejarnos de publicitar ese folclore callejero donde tal parece que el buen camino de los menores es dirigirlos hacia el transgénero y la infinidad de sensaciones, orientaciones y tendencias sexuales fuera de la normalidad de la heterosexualidad. Decir esto es homofóbico y transfóbico para quienes están empeñados en sumar adeptos y adictos a su adicción o identidad impostada en algunos casos.
Los poderes del Estado deben proteger la educación de nuestros niños, es clave para mantener la prolongación de la civilización que solo responde con la heterosexualidad.
Las tendencias (casi todas respetables en su ámbito privado) pero muy controvertidas cuando se les da un aire de fiesta nacional pública publicitada desde ministerios y gobiernos. Creo que estamos muy perdidos en este tema; qué decir de la posibilidad de cambio de sexo en menores sin esperar a que tengan decisión madura, serena y propia. Es un galimatías de tendencias, orientaciones y adicciones sexuales (que pertenecen en su caso a la intimidad de cada cual) en busca de aprobación general, generando una especie de implicación obligada, generalizada entre medios y políticos, que llega a presentirse irreal e impostada.
Cuando necesitas trasladar tu privacidad e intimidad al folclore público y convertir tu sexualidad (íntima y personal) en escaparate callejero, ya estás demostrando poca seguridad en ti.
No hay duda, debe ser complicado ir en contra de la biología genética, en eso de acuerdo. Por eso, debe ponerse en manos de profesionales todo este tema y lo relacionado con violencia de género. Ni un día más en manos de quien no soluciona nada y pretende seguir rucando a pesar de su ineptitud. “Si no eres parte de la solución, ya eres parte del problema”.
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