El honor, la himenoplastia y el cambio de opinión
El hombre es un inventor per-sé. No solo de artilugios, que, claro está, obligatoriamente, ha de nombrar, inventar la palabra, para poder referenciarlos.
Otro tanto de lo mismo ocurre con los conceptos mentales. La, evidente, diferencia es que los primeros pueden ser percibidos con alguno de los sentidos, y los segundos, solo con la mente.
Consecuentemente, la irrefutable afirmación, “el que tiene boca se equivoca”. Y, desde luego, si inventando es la hostia, equivocándose es la rehostia.
“El honor solo se pierde una vez”, decía la Guardia Civil. Y a lo mejor lo sigue diciendo, no sé... Aunque ya a estas alturas... El caso es que, también desde siempre, el hombre ha inventado simbólicos nexos de unión entre lo material y lo mental. El himen, por ejemplo, representa (representaba, perdón) el honor de la mujer, según el hombre.
Primera conjetura, primera de pata metedura. La mujer pierde el himen por amor, y nada más enaltecedor de su honor. Lo entrega para embaucar, y nada peor para condenar.
Para cortar el pan el cuchillo, bendito. Para herir un corazón inocente, maldito. Nada es bueno o malo, depende del uso del palo.
Para calificar, el por qué y para qué, primero mirar.
Y si la evolución de los por qué y para qué miramos, veremos hacia dónde vamos.
Lo que salta a la vista, al menos a la mía, es cómo la trácala se va imponiendo a pasos agigantados. De la concepción errada por la estúpida estrechez de mira, del principio, se ha pasado al permisivo presente disparatado.
Los testigos, errados o no, del pasado se han esfumado. El himen puede ser restaurado. El honor... Ni merece la pena acordarse de él. Y la mentira... Así como ya en el siglo XV, “La Celestina” de Francisco de Rojas se dedicaba a restaurar virgos con vejiga, el adelantado de nuestro tiempo, ilustre Pedro Sánchez restaura la sinceridad con cambio de opinión de la verdad.
¿Es bueno o malo falsear el himen o la verdad? Lo he dicho, estas cuestiones, como cualquier otras, ¿por qué y para qué?
Lo del himen pueden dejarlo para algún momento de aburrimiento. Lo de los “cambios de opinión” de Sánchez ya no deberían posponerlo. Las elecciones están ahí mismo.
¿Por qué habrá pactado Sánchez con los “españoles” enemigos de España? ¿Porque eso es lo que le conviene a España?
¿Para qué ha pactado con los susodichos? ¿Porque está convencido de que él es lo mejor para España y por eso debe mantenerse en el poder?
Quienes crean que el himen y el honor son dos versiones de la misma cosa, y que la verdad y los “cambios de opinión” de Sánchez también los son...
Pues bueno, ahí está nuestra democracia, que, como todo, depende de por qué y para qué.
A ver qué respuesta nos dan las próximas elecciones.
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