Un amor sin matices, la Autonomía de Extremadura como problema
Es cierto que en las discusiones políticas, muchas veces, los oradores se desbocan y usan expresiones que no responden a la realidad. Hemos encontrado muy curiosa la palabrería que ha utilizado María Guardiola en su pretensión de hacerse con la Presidencia de la Autonomía de Extremadura, y pienso que no es cosa de poca importancia que pronunciase la frase de: «Creo en una Extremadura donde el amor no admita matices».
Ciertamente, se advierte en las últimas elecciones que ha habido una diversidad de votos en la Autonomía extremeña, los cuales responden a una diversidad de matices en el sentir de los extremeños. No se ha dado unanimidad, sino que se ha manifestado en una pluralidad de partidos, y cada uno con su sentido de comprender la realidad y con el propósito de orientar la próxima legislatura.
Por lo que esta candidata del PP parece no tener una adecuada visión de las sensibilidades de todos los extremeños. De modo que con el eslogan «el amor sin matices», que pregona para iniciar su gobierno, no puede emprender su mandato, pues no concuerda con el sentir de los demás partidos que representan a más de la mitad de los extremeños. Según la actitud que muestra con esta expresión, anuncia que quiere una dictadura, ya que toda la Autonomía se ha de plegar a su forma de pensar y sentir. Semejante presentación ha puesto en duda su política, y lo extraño es que su partido no tome cartas en el asunto.
Además, se ha presentado con su idea de «un amor sin matices», y debía haber definido qué entiende por amor, que probablemente no sepa concretar con precisión. Cuando Cicerón quiso definir la idea de amor, tomó como modelo, en su estudio filosófico «Lelio o de la amistad», la relación que hubo entre Lelio y Escipión el Africano. Donde dice que esta relación fue total, en la vida política, social y familiar. Además, lo califica de pleno, íntegro, por toda la vida y desinteresado, porque el amor que busca algún logro o ventaja se esfuma enseguida. ¿Tiene estas notas ese «amor sin matices» de María Guardiola?
Y a este amor pleno y desinteresado lo llamó «caritas», para distinguirlo del amor vulgar. Palabra que derivó de «caro», porque ejercitarlo y mantenerlo es algo muy difícil, muy costoso, muy caro. Además, añade Cicerón, que este amor debería darse en la familia y en la vida social. Los primeros cristianos se dieron cuenta del valor de esa idea de amor y la asumieron para indicar el amor que debía darse entre ellos. Aunque parece que el término en estos tiempos se va desviando y pocos lo entienden en el sentido original y pleno.
Sumario: A propósito de las palabras de la candidata popular María Guardiola dirigidas a Vox
Destacado: Hemos de estimar que todos los ciudadanos que votaron el 28M pasado lo hicieron por amor a Extremadura, y con algún distinto matiz de lo que ella quiere
Si en verdad la candidata del PP quiere «un amor sin matices», como hizo Cicerón, debería definir su sentido de ese amor, pues en la sociedad actual a cualquier relación la califican de amorosa, y en los votantes de ese territorio cada voto responde a un concepto de amor diferente, por tanto debe decirnos cómo concreta el amor que quiere para dirigir esa Autonomía. Hemos de estimar que todos los ciudadanos que votaron el 28M pasado lo hicieron por amor a Extremadura, y con algún distinto matiz de lo que ella quiere. Y no va a imponer su amor al de los demás. No vayamos a caer en una dictadura.
Lo primero que necesita quien aspire a representar a un conjunto de ciudadanos es no imponer el amor que ella tiene al de todos los demás, sino intentar advertir y comprender las necesidades de esa sociedad y darse cuenta de lo que esperan de quien les va a gobernar. Es necesario que quien quiera dirigir la Autonomía deba hacer un discurso que sea omnicomprensivo de las sensibilidades de toda la población, también de los partidos que no le han votado.
Mal se empieza insultando al partido del que precisa necesariamente los votos. No puede iniciar su acción insultando, además, con la misma terminología que utiliza la izquierda mediática para denigrar al partido que requiere para llegar al Gobierno. ¿Qué esperanza puede tener María Guardiola que le apoye el partido que necesita imprescindiblemente para gobernar si le califica con los mismos insultos denigrantes y despreciativos con que a ese partido tratan Irene Montero, Ione Belarra y el Gobierno de Pedro Sánchez?
El discurso que hizo para anunciar su victoria, que no logró pues ganó Fernández Vara, fue lamentable. En él anunció su idea de ir a una dictadura, exigiendo que le dieran gratis los escaños que le faltaban. Anunciando, a su vez, una progresía, como la de los partidos de izquierdas, rechazada por el pueblo el 28M, y refutando al partido que necesita por ultra y retrógrado. Es claro, como se ha mostrado en la última votación, que los ciudadanos no comparten las nuevas formas imaginarias de sociedad que ha querido implantar la izquierda, y con lo que María Guardiola manifestaba concordar. Con lo que es fácil interpretar que su «amor sin matices» era continuación del progresismo rechazado por el pueblo.
El torrente de palabrería se ha calmado y llegado a un acuerdo, algo rácano por su parte, y con mucha cesión por la otra, pero al fin el amor a Extremadura ha triunfado. Ahora hay que empezar a estudiar los problemas de ese territorio, que son: la pobreza, el paro, el transporte deficitario, el éxodo de la población, etc., por lo que, al margen de las ocurrencias de la candidata a presidir la Autonomía, en Extremadura es preciso una predisposición para resolver los verdaderos, serios y profundos dilemas que presenta.
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